Cuando hablamos de perdón tendemos a pensar en aquellos que nos hicieron algún mal y no podemos olvidar aquella acción que nos hirió, también se nos viene a la mente gente que hemos dejado de tratar a causa de sus actos/palabras hacia nosotros, pero pocas veces miramos hacia nuestro interior pensando en cuanto debemos perdonarnos para poder perdonar. Cuando nos enseña Cristo el perdonar a otros, comienza con nosotros, no con
nuestro prójimo.