Había una vez, en una pequeña isla rodeada por aguas cristalinas, una joven llamada Valeria, que soñaba con el océano más allá de lo que podía ver desde la orilla. Desde que era niña, había escuchado historias sobre criaturas misteriosas y secretos olvidados en las profundidades, pero lo que más la intrigaba era una antigua leyenda de la isla. Decía que el océano cantaba, pero solo aquellos con un corazón puro podían escuchar su melodía.