Todos estamos ocupados. Nuestras agendas están llenas con nuestro trabajo, familia, amigos, iglesia y otras responsabilidades. Algunas veces nuestros días están tan llenos que ni siquiera disfrutamos lo que hacemos porque queremos hacerlo todo. Nuestra relación con Dios y con los demás se beneficia cuando nos damos espacio para tomar aire en nuestras agendas. Pero ¿por dónde empezamos?