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Cuando el salmista clama "Vuélveme el gozo de tu salvación”, no está hablando de una alegría pasajera ni emocional. Se refiere a un gozo profundo, estable, que nace del perdón de Dios. Es el gozo de saber que nuestros pecados han sido cubiertos. Este gozo no depende de las circunstancias externas, sino de la certeza de que hemos sido restaurados, que tenemos una nueva vida, y que somos amados y aceptados como hijos de Dios. El perdón no solo limpia, también levanta, sana y da sentido. Cuando Dios borra nuestra culpa, su paz inunda el alma, y nace un gozo que transforma.
Cuando el salmista clama "Vuélveme el gozo de tu salvación”, no está hablando de una alegría pasajera ni emocional. Se refiere a un gozo profundo, estable, que nace del perdón de Dios. Es el gozo de saber que nuestros pecados han sido cubiertos. Este gozo no depende de las circunstancias externas, sino de la certeza de que hemos sido restaurados, que tenemos una nueva vida, y que somos amados y aceptados como hijos de Dios. El perdón no solo limpia, también levanta, sana y da sentido. Cuando Dios borra nuestra culpa, su paz inunda el alma, y nace un gozo que transforma.