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Génesis 12:1-4
“Pero el Señor le había dicho a Abram: ‘Vete de tu país, de tu pueblo y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Haré de ti una nación grande y te bendeciré; engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.’ Así que Abram partió, tal como el Señor le había dicho.”
La historia de Abraham es una de las más significativas cuando pensamos en la obediencia. Dios llamó a Abram a dejar todo lo que conocía: su tierra, su familia, su casa, para ir a un lugar desconocido que Dios prometió mostrarle. Esta no era una petición pequeña. Era un acto de fe enorme y un ejemplo de obediencia completa.
By Raquel Batista-Peña, Ignacio Batista, Isaac Rivera, & Marggie RiveraGénesis 12:1-4
“Pero el Señor le había dicho a Abram: ‘Vete de tu país, de tu pueblo y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Haré de ti una nación grande y te bendeciré; engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.’ Así que Abram partió, tal como el Señor le había dicho.”
La historia de Abraham es una de las más significativas cuando pensamos en la obediencia. Dios llamó a Abram a dejar todo lo que conocía: su tierra, su familia, su casa, para ir a un lugar desconocido que Dios prometió mostrarle. Esta no era una petición pequeña. Era un acto de fe enorme y un ejemplo de obediencia completa.