La desobediencia y el pecado no es un límite para arrepentirnos y pedir perdón a nuestro Dios. Mantengamos la fuente que nos da fuerza y no perdamos el propósito que Dios tiene para nuestras vidas.
La desobediencia y el pecado no es un límite para arrepentirnos y pedir perdón a nuestro Dios. Mantengamos la fuente que nos da fuerza y no perdamos el propósito que Dios tiene para nuestras vidas.