Un pequeño sacrificio.

Deja que yo friego, déjame lavar los trastos y las ollas, quita ombe, si quieres enjuagas, pero no me prives de la delicia de colaborar en la casa, ah te asombras, me preguntas porqué lo hago, simple amor, porque me acerca más a ti, cada vez que hago algo para colaborar; cuando tomo la escoba y barro, poco a poco tu cansancio, si me cuelgo al suape y mapeo la casa, para que tu piel resplandezca, y cuando la ropa está sucia, lavarla es como descomponer la tristeza de tus ojos cansados y convertirlos en alegría, cuánto me agrada ayudarte, estoy aquí para ti y los dos trabajamos, la casa es el terreno para ejercitar los afectos, y en este hogar quiero sembrar la semilla de la comprensión, la amistad, la consideración y la igualdad, por eso hoy te voy a cocinar un guiso de palabras, voy a preparar una salsa de besos y te voy a servir el manjar, en la cama cubierta de caricias. No te preocupes por los niños, cuando tu no estés yo los atiendo y les quito el pañal y huelo la inocencia de esos olores, que juntos articulamos, para que sus voces nos colmaran de alegría. Yo soy tu complemento, la basura la tiro yo, voy contigo al mercado a empujar el carrito y juguetear en los pasillos, porque cada día a tu lado es una aventura por descubrir. ¿Sabes? cada cosa que hago en el hogar me acerca más a ti y cuando te entregas te abres como él capullo de una flor en primavera y alcanzo a tocar las profundidades de tu alma. Por eso lavo y plancho, porque sé que la gratitud te hace más mujer para mi, y cuando por fin nos detenemos, para encontrarnos los dos, la recompensa que recibo, vale mil veces más, que él pequeño sacrificio.