Como creyentes somos llamados a tener intimidad con Dios. Es un llamado divino que de ser obedecido provoca la bendición de Dios sobre nuestras vidas.
Por eso, satanás interviene en los momentos en que buscamos a Dios de modo que distrayéndonos no logremos intimar con la fuente de nuestra bendición.
Ante esto, lo mejor es vivir prestando atención a 2 Corintios 2:11.