
Sign up to save your podcasts
Or
En este episodio estudiamos el llamado de Jesús a María Magdalena: Vete y no peques más. También puedes leer esta reflexión en nuestra página web. https://oidyved.com/vete-y-no-peques-mas/
Juan 8: 1-11
1 Pero Jesús se fue al Monte de los Olivos.
2 Por la mañana volvió al Templo, y todo el pueblo vino a él; y sentándose, les enseñaba.
3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio,
4 le dijeron: —Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio,
5 y en la Ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
6 Esto decían probándolo, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: —El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, fueron saliendo uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los más jóvenes; solo quedaron Jesús y la mujer que estaba en medio.
10 Enderezándose Jesús y no viendo a nadie, sino a la mujer, le dijo: —Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
11 Ella dijo: —Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: —Ni yo te condeno; vete y no peques más.
En este episodio estudiamos el llamado de Jesús a María Magdalena: Vete y no peques más. También puedes leer esta reflexión en nuestra página web. https://oidyved.com/vete-y-no-peques-mas/
Juan 8: 1-11
1 Pero Jesús se fue al Monte de los Olivos.
2 Por la mañana volvió al Templo, y todo el pueblo vino a él; y sentándose, les enseñaba.
3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio,
4 le dijeron: —Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio,
5 y en la Ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
6 Esto decían probándolo, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: —El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, fueron saliendo uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los más jóvenes; solo quedaron Jesús y la mujer que estaba en medio.
10 Enderezándose Jesús y no viendo a nadie, sino a la mujer, le dijo: —Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
11 Ella dijo: —Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: —Ni yo te condeno; vete y no peques más.