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Porque cuando alguien dice “traes el nopal en la frente” o te llama “naco”, no solo es una burla:
es el eco de un sistema que lleva siglos diciendo que ser moreno, de barrio o indígena es motivo de vergüenza. Vamos a hablar del racismo que se camufla de chiste, del eurocentrismo que nos enseñó a negar lo nuestro,
y del clasismo que todavía dicta cuando en las novelas el indígena solo aparece como obrero, cuando se estatiza la pobreza sin entenderla —eso que se llama pornomiseria, como lo denuncia, Agarrando pueblo, un falso documental que critica mordazmente la explotación de la pobreza en el cine, fenómeno que los propios directores denominaron "pornomiseria".
Ahí es donde lo barrial se vuelve decorado para discursos ajenos,
narrado desde escritorios blancos que jamás han sentido la puta vibra del barrio real.
No es lo barrial el problema,
sino cómo lo miran, lo usan y lo editan.
Una mirada que aprendió a ver hacia arriba, pero nunca hacia adentro.
Porque cuando alguien dice “traes el nopal en la frente” o te llama “naco”, no solo es una burla:
es el eco de un sistema que lleva siglos diciendo que ser moreno, de barrio o indígena es motivo de vergüenza. Vamos a hablar del racismo que se camufla de chiste, del eurocentrismo que nos enseñó a negar lo nuestro,
y del clasismo que todavía dicta cuando en las novelas el indígena solo aparece como obrero, cuando se estatiza la pobreza sin entenderla —eso que se llama pornomiseria, como lo denuncia, Agarrando pueblo, un falso documental que critica mordazmente la explotación de la pobreza en el cine, fenómeno que los propios directores denominaron "pornomiseria".
Ahí es donde lo barrial se vuelve decorado para discursos ajenos,
narrado desde escritorios blancos que jamás han sentido la puta vibra del barrio real.
No es lo barrial el problema,
sino cómo lo miran, lo usan y lo editan.
Una mirada que aprendió a ver hacia arriba, pero nunca hacia adentro.