Bienvenidos en este Viernes Santo, queridos Sembradores de Jesús con María. Hoy meditamos, en profundo recogimiento, el momento a momento de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Durante esta solemne celebración, realizaremos la adoración de la Cruz. Acto seguido, los fieles comulgarán con la presencia real de Nuestro Señor en las hostias que fueron reservadas desde el Jueves Santo en un sagrario alterno, especialmente dispuesto para este día. Cabe recordar que el Viernes Santo es el único día del año en que no se celebra la Eucaristía, pues conmemoramos la muerte de Jesús en la cruz, y guardamos luto por su sacrificio.

Al finalizar la celebración, la cruz permanece expuesta ante los fieles para continuar con su adoración. Como aquí, en todos nuestros templos se manifiesta la austeridad: altares vacíos, imágenes cubiertas, todo en señal de luto y viudez, como reflejo de una gloria que se oculta, ante un Jesús que yace ahora en el sepulcro.

Vayamos, pues, a esta celebración con el corazón contrito y en actitud de recogimiento. Adoremos la Cruz de Cristo.