La discusión sobre si la práctica del ciclismo de montaña causa daño a las sendas o espacios naturales es compleja y diversa. Aunque hay puntos de vista opuestos, es crucial considerar varios factores antes de llegar a una conclusión.

Por un lado, los defensores de esta práctica argumentan que el ciclismo de montaña no causa un daño significativo si se realiza de manera responsable y respetuosa con el entorno. Señalan que el impacto ambiental puede ser mínimo si los ciclistas siguen senderos designados, evitan zonas sensibles, y toman medidas para conservar y preservar el medio ambiente.

Sin embargo, los críticos plantean preocupaciones legítimas sobre el impacto del ciclismo de montaña en la erosión del suelo, la alteración de la flora y fauna local, y la interrupción de ecosistemas sensibles. Argumentan que la acumulación de ciclistas y el paso constante de bicicletas pueden deteriorar los senderos, comprometiendo la integridad de los entornos naturales.

Para dilucidar esta cuestión, se requiere una evaluación holística, considerando las prácticas de conservación y mantenimiento de los senderos, las regulaciones locales y la educación sobre prácticas responsables para minimizar el impacto ambiental. La colaboración entre ciclistas, administradores de senderos y ecologistas puede ser fundamental para encontrar un equilibrio entre disfrutar del ciclismo de montaña y preservar la naturaleza para las generaciones futuras.