Este capítulo es una sesión de meditación guiada en torno a la confianza, en creer en uno mismo y no perder nunca la fe. Recuerda al pianista James Rhodes que, momentos antes de subir al escenario para interpretar a Chopin frente a 2000 espectadores, cumple su propio ritual privado para encontrar fe en sí mismo. Rhodes sostiene que aunque es fácil dudar, elige creer que la fe, por muy ingenua que sea, siempre será recompensada. Este pianista sufrió abusos sexuales de niño. Vivió tiempos de oscuridad en forma de estrés, tics mentales y físicos, un intento de suicidio, alcohol, drogas, autolesiones... Por eso eligió tener fe, por muy ingenua que sea, y así encontró en la música su salvación.
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