Sabemos que las Benditas Almas del Purgatorio sufren por infinidad de motivos, pero uno de los que más les duele, es por los beneficios que recibieron en vida y al no aprovecharlos las llevaron allí. Cuando las almas del purgatorio recuerdan las gracias recibidas, las mismas que nosotros los vivos, ahora recibimos, y por no haber aprovechado con la perfección que debían de esos sentidos y potencias, han de purificarse entre las llamas, lamentándose de sí mismas y de la vida pasada, de esa conformidad con ir al purgatorio. Si pudieran volver a este mundo dejarían sus infidelidades y desearían vehementemente IR DIRECTAMENTE AL CIELO.
“Sed Santos como vuestro padre Celestial es Santo” nos dice El Señor.
Respondiendo a Dios con aquello, que nos pide y nos trajo:
¡AMOR!.
Dios da tiempo, lugar y facilidad a las potencias del alma, y salud, a los sentidos del cuerpo para pertenecer a la iglesia, para aprovechar sus inmensos tesoros, escuchar su doctrina.
¡APROVECHEMOSLÓ!
¡Oíd a Jesús!
¡Hablad, con Él… ¡
Pues como ya sabemos… el Evangelio, no es otra cosa.
Ponedlo en práctica…