La Pascua, hermanos queridos, está tocando a su fin, la ascensión de Cristo resucitado ya está llamando a la puerta. Jesús apura su tiempo de estar con sus discípulos, con los apóstoles quienes en esa ambivalencia de alegría y tristeza, alegres por tenerle otra vez después de la resurrección y tristes por su pronta partida, para impartirles enseñanzas magistrales, en torno a la misericordia, al misterio del amor, a la amistad, a la verdadera alegría, en qué consiste ser Cristiano, revelarles los misterios del reino, a la vez que confortarles en el sentido que Él se va al Cielo con el Padre, explicándoles la relación Trinitaria y que no estén compungidos, que siempre estará con ellos y les enviará el poder, los dones del Espíritu Santo.
"Una de las cosas más importantes que podemos oír en la vida. Lo que hay que hacer en la hora de la muerte para que Dios me perdone, aunque no tenga al lado a un sacerdote". Haciendo un acto de contrición en tres palabras, Dependiendo que la oigan, la entiendan y la practiquen puede depender su salvación eterna y la de otros muchos. Consiguiendo que Dios me perdone.
Estas tres palabras son:
¡DIOS MÍO PERDONAME!
Yo puedo pedir perdón por temor a Dios, por tener miedo al infierno, eso es ATRICIÓN, y no es malo, pero no basta, pues es un temor egoísta, yo temo al infierno para no condenarme por el bien mío, en cambio LA CONTRICCIÓN, es pedir perdón por amor a Dios.
Todo esto lo resumimos en la frase:
¡DIOS MÍO PERDÓNAME!!
ASÍ QUE DICIENDO CON CONTRICCION, porque eso es lo que es un acto de Corazón de amor a Dios tres veces:
¡DIOS MÍO PERDÓNAME!
¡DIOS MÍO PERDÓNAME!
¡DIOS MÍO PERDÓNAME!
Hago un acto de CONTRICCION
Y me he salvado.
Si hacemos los dos, el de Atricción y el de Contrición, está bien, PERO ENTENDIENDO QUE EL VERDADERAMENTE RELEVANTE ES EL DE CONTRICCIÓN.
Por eso es muy saludable todas las noches rezar tres avemarías, que son prenda de salvación eterna, tú pequeño examen de conciencia y tres veces Dios mío perdóname, QUEDAS PERDONADO, si mueres esa noche te salvas.
Sirve para mi y sirve, para otros, pues si alguien esta agonizante, y le susurro al oído, pues es el último sentido que se pierde, Dios mío perdóname, tres veces y lo acepta está perdonado. .
Con tu intervención en este acto de contrición, has ayudado a bien morir a ese agonizante que con su aceptación recibe el mayor de los regalos que pueda hacerse en esta vida, la salvación eterna. Luego cada uno tendrá su purgatorio o no, hasta estar purificado, pero lo seguro, lo cierto es que esa alma terminará, antes o después en el Cielo.
Aquí queda manifestada la misericordia de Dios, el conocimiento, que tantos y tantos santos recibieron por revelación.
La alegría del corazón de María.
“Alégrate llena de gracia, es el saludo del Ángel allí, alégrate llénate de alegría”.
Alegría que manifiesta María en este mes de Mayo, el mes de las flores, pétalos de oración que conforman el rosario, corona de flores a María.
Esa Reina del Cielo, que con su alegría confortó a los apóstoles, a Santiago en los inicios del cristianismo, en Pilar de Zaragoza, convirtiendo a los duros y recios aragoneses, siendo el punto de partida para la total conversión de la península ibérica y con el auspicio de esta grandiosa Madre el de toda América.
Porque María es alegría, es amor, es paz.
Que se manifiesta en todas sus apariciones, recordemos la de estos días en Fátima.
Nuestra madre se manifiesta, pide la conversión, nos reconduce, con el amor y la alegría, la de una Madre que nunca nos abandona.
Lo mismo que los discípulos fueron reconfortados y que al reconocen al Señor se llena su corazón de alegría, se llena su corazón de inmenso gozo.
Así también debemos nosotros alegrarnos, a imitación de María.
Aquella, a quien el arcángel Gabriel mensajero de Dios, así le habló:
¡Alégrate, llénate de gracia!
Misericordia Señor… Misericordia