El Hijo de Dios vino a la tierra, para enseñarnos el camino del Cielo.
Consagra, los treinta primeros años de su vida oculta, a la oración, a la obediencia, al trabajo.
Siendo modelo admirable de todas las virtudes.
El hecho más sobresaliente, durante este periodo de su vida oculta, es… que fue al templo de Jerusalén en compañía de sus padres, a celebrar la pascua.
Y al volver a Nazaret, iba creciendo en edad, sabiduría y gracia, delante de Dios y de los hombres.
Manifestando más su saber infinito y sus admirables perfecciones.
El Evangelio nos cuenta que está sujeto a sus padres, y no sabemos que admirar más, si la grandeza de María y de José, a quienes obedece o la humildad del NIÑO DIOS que OBEDECE.
Jesús empezó enseñándonos con las obras, lo que había de enseñarnos con la palabra.
Al comenzar a predicar, sus propios vecinos, exclaman asombrados:
¿De dónde viene esa doctrina?
¿No es este acaso, el carpintero?
En pocas palabras podemos definir la vida de Jesús:
¡PASÓ DERRAMANDO BIENES!
Expulsando demonios, curando a los enfermos, consolando a los afligidos, llevando la paz a las almas, prodigando ternuras a los niños, amando a los hombres…
Así pasó por la tierra el Divino Maestro.
¡Con qué bondad acoge a los pecadores!
El mundo engaña y fascina, incita al hombre al pecado y le hace caer en el abismo de la degradación y del vicio y luego se burla de él y le desprecia.
“De qué te serviría ganar todo el mundo, si perdieses tu alma”
Afirma el Maestro.
Jesús nos atrae dulcemente por la senda del bien, y si caemos en el pecado nos tiende sus brazos y nos levanta.
“Este… recibe a los pecadores” Decían indignados los fariseos.
Y…
Ciertamente no solo los recibe, si no que ha venido del Cielo a buscarlos.
A los pobres los socorre compadecido de sus miserias.
Y viendo, que las gentes que le siguen por el desierto no tienen que comer… multiplica los panes.
El mundo ama solo con palabras, o remedia al pobre con diversiones filantrópicas.
La caridad de Cristo exige amor, compasión, obras…
Y compasión significa padecer con el que padece, llorar con el que llora huir del gozo y la diversión, para socorrer al que calladamente sufre.
Jesús predica con su ejemplo, nos enseña con sus obras y reafirma nuestra fe con la palabra.
Dios se sirve de obras, palabras y hechos para realizar sus obras