De Ese “SÍ” de María y de José, a la voluntad del Dios, nace “La Sagrada Familia”, aquella que vive la angustia de no tener lugar donde nacer El Niño Dios, la pobreza , el abandono de su tierra para emigrar a un lugar incierto, el sufrimiento por la pérdida de su Hijo, las estrecheces de la propia economía, el esfuerzo para ganarse el pan de cada día, la viudez, el primer milagro, la vida pública de Jesús y la Crucifixión para redimirnos y darnos la nueva vida.
Si ellos tuvieron su propio Magníficat, confiando en el propósito en la palabra de Dios, nosotros en esta Octava de Navidad, debemos proclamar Nuestro propio MAGNIFICAR, MI MAGNIFICAT.
En el que debemos meditar las grandezas, las maravillas que Dios hace cada día en Nuestras vidas y proclamar con entusiasmo todo aquello que nos da el Señor…
Porque estaba muerto y ahora estoy vivo, estaba perdido y he sido encontrado… porque estaba ciego y ahora veo esas mismas maravillas que Dios hace constantemente a mí alrededor, que cual Lázaro nos resucita, nos convierte.
Y veamos lo verdaderamente importante, que no es lo pequeño gigantesco de las mediocridades de muchas vidas.
¿Soy capaz de hacer un canto espiritual?
Que proclame el amor, la gratitud, la grandeza de ese Niño que con su sacrificio, nos arranca de las garras de la muerte.
Que viene a nosotros cada momento en el que celebramos la Eucaristía, en esa Santa Misa Milagro… Maravilla de las Maravillas.
Quien no tiene una mirada de Teresa de Jesús de Juan de la Cruz, de contemplación, ante tanto y tanto Magníficat.
Nuestro Magníficat…
Mi Magníficat…
Porque estaba perdido y me encontró…
Ciego y ahora veo la luz…
Porque estaba sordo y ahora oigo su voz...
¿Converso con Él?
¿Entiendo Su palabra?
Aquella…que nos invita a la Luz…
Y estando unidos a ese fulgor, al conocimiento que al nacer el Hijo de Dios nos da con ese lazo, de quien con su sangre redime y limpia mis pecados, los de toda la humanidad.
Ese discernimiento, despertará en nosotros el entendimiento el significado de LA NAVIDAD y podremos dar testimonio de ese misterio de LUZ.
De ese pesebre, donde brota el resplandor que ilumina al mundo.
Y sabremos que fulgor, es LA NAVIDAD…
¡FELIZ NATIVIDAD!
Y AL PROCLAMAR ESTE CANTO, SABREMOS:
Que es Jesucristo, quien da vida por cada uno de nosotros…
Alégrate, alma mía, pues cada momento, en cada Misa de luz, en cada Eucaristía, nace el Sol…
Y al dejarme anunciar, la grandeza del Señor
Proclamo por Tu gracia
Mi humilde… Magníficat.