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1224 – Jl 2:12-13 – Joel 2. Convertios a Dios de todo corazón.
Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios;
El libro de Joel, sencillo, corto, pero muy profundo. Joel nos envía al futuro pasando por el derramamiento del Espíritu Santo (Jl 2:28-32), la gran tribulación (Jl 2:1-11), la segunda venida de Cristo con el juicio a las naciones (Jl 3:1-16), y luego el arrepentimiento nacional (Jl 2:12-17) y la bendición de Israel al iniciar el milenio (Jl 2:18-27; 3:17-21). Luego de La catástrofe nacional, por el juicio divino, exige una transformación decidida y genuina de parte del pueblo de Dios. Todo el pueblo tenía que cambiar de lo contrario no superarían la crisis. El bien o el mal venidero dependía del proceso en esta transición espiritual. Como dice un adagio muy conocido: tenían que “renovarse o morir”. El Señor desiste de castigar cuando el pecador se arrepiente. Cuando el hombre cambia, se arrepiente, el Omnipotente perdona. (Sal 51:17). Con este clamor de la misericordia del Altísimo, Judá esperaba que también le fuera devuelta la fertilidad agrícola. Dios dijo al pueblo que se volviera a Él mientras todavía había tiempo. El tiempo corría y la destrucción pronto les vendría encima. El tiempo también corre para nosotros. No sabemos cuándo nuestra vida llegará a su fin, volvarnonos a Dios ahora mientras podemos. No permita que nada le impida volverse a Dios. “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;” (Hch 3:19-20).
I. Un nuevo llamado al arrepentimiento (Jl 2:12-17). “Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de Él, esto es, ofrenda y libación para Jehová vuestro Dios?” (Jl 2:12-14). Ante la aproximación del invencible ejército dirigido por Dios, la única esperanza de la nación era volverse arrepentida al Señor de forma inmediata. Joel instó a su gente a efectuar un cambio que brotara del corazón. El llamado (Jl 2:12–13a). El Señor mismo urgió al pueblo a arrepentirse sinceramente (convertíos a mí con todo vuestro corazón y rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos) acompañando dicho cambio con ayuno, lloro y lamento. El arrepentimiento es lo que desea obtener el Señor con sus juicios (Dt 4:30; 30:1–2; Os 3:4–5; Am 4:6–11). La sugestiva cláusula “rasgad vuestros corazones, y no vuestros vestidos” (Jl 2:13) demandaba una renovación interior, no sólo superficial; de fondo y no de forma. La motivación (Jl 2:13b–14). La expresión Jehová vuestro Dios era bien conocida de Israel (esta frase aparece 263 veces en Dt) y daba fe de la relación pactal entre Dios y la nación. Las palabras misericordioso … y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia (ḥeseḏ, “amor leal”), hace referencia a Éxodo 34:6 (Neh 9:17; Sal 103:8; 143:8; Jon 4:2), donde fue renovado el pacto después del pecado de idolatría con el becerro de oro. Dios se duele del castigo porque el carácter de Dios es misericordioso. Las palabras quién sabe hablan de la soberanía de Dios en ese asunto (2Sa 12:22; Jon 3:9). Debían esperar a que Dios tuviera compasión, impidiera el desastre y restaurara sus cosechas (Mal 3:7; Jl 2:20, 25). La bendición agrícola marcaría la suspensión del juicio (con las langostas; Dt 28:38–42) y haría posible que de nuevo pudieran presentar ofrenda y libación para Jehová (Jl 1:9, 13). Todo el pueblo debía orar, ayunar pidiendo perdón a Dios.
By Francisco Atencio1224 – Jl 2:12-13 – Joel 2. Convertios a Dios de todo corazón.
Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios;
El libro de Joel, sencillo, corto, pero muy profundo. Joel nos envía al futuro pasando por el derramamiento del Espíritu Santo (Jl 2:28-32), la gran tribulación (Jl 2:1-11), la segunda venida de Cristo con el juicio a las naciones (Jl 3:1-16), y luego el arrepentimiento nacional (Jl 2:12-17) y la bendición de Israel al iniciar el milenio (Jl 2:18-27; 3:17-21). Luego de La catástrofe nacional, por el juicio divino, exige una transformación decidida y genuina de parte del pueblo de Dios. Todo el pueblo tenía que cambiar de lo contrario no superarían la crisis. El bien o el mal venidero dependía del proceso en esta transición espiritual. Como dice un adagio muy conocido: tenían que “renovarse o morir”. El Señor desiste de castigar cuando el pecador se arrepiente. Cuando el hombre cambia, se arrepiente, el Omnipotente perdona. (Sal 51:17). Con este clamor de la misericordia del Altísimo, Judá esperaba que también le fuera devuelta la fertilidad agrícola. Dios dijo al pueblo que se volviera a Él mientras todavía había tiempo. El tiempo corría y la destrucción pronto les vendría encima. El tiempo también corre para nosotros. No sabemos cuándo nuestra vida llegará a su fin, volvarnonos a Dios ahora mientras podemos. No permita que nada le impida volverse a Dios. “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;” (Hch 3:19-20).
I. Un nuevo llamado al arrepentimiento (Jl 2:12-17). “Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de Él, esto es, ofrenda y libación para Jehová vuestro Dios?” (Jl 2:12-14). Ante la aproximación del invencible ejército dirigido por Dios, la única esperanza de la nación era volverse arrepentida al Señor de forma inmediata. Joel instó a su gente a efectuar un cambio que brotara del corazón. El llamado (Jl 2:12–13a). El Señor mismo urgió al pueblo a arrepentirse sinceramente (convertíos a mí con todo vuestro corazón y rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos) acompañando dicho cambio con ayuno, lloro y lamento. El arrepentimiento es lo que desea obtener el Señor con sus juicios (Dt 4:30; 30:1–2; Os 3:4–5; Am 4:6–11). La sugestiva cláusula “rasgad vuestros corazones, y no vuestros vestidos” (Jl 2:13) demandaba una renovación interior, no sólo superficial; de fondo y no de forma. La motivación (Jl 2:13b–14). La expresión Jehová vuestro Dios era bien conocida de Israel (esta frase aparece 263 veces en Dt) y daba fe de la relación pactal entre Dios y la nación. Las palabras misericordioso … y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia (ḥeseḏ, “amor leal”), hace referencia a Éxodo 34:6 (Neh 9:17; Sal 103:8; 143:8; Jon 4:2), donde fue renovado el pacto después del pecado de idolatría con el becerro de oro. Dios se duele del castigo porque el carácter de Dios es misericordioso. Las palabras quién sabe hablan de la soberanía de Dios en ese asunto (2Sa 12:22; Jon 3:9). Debían esperar a que Dios tuviera compasión, impidiera el desastre y restaurara sus cosechas (Mal 3:7; Jl 2:20, 25). La bendición agrícola marcaría la suspensión del juicio (con las langostas; Dt 28:38–42) y haría posible que de nuevo pudieran presentar ofrenda y libación para Jehová (Jl 1:9, 13). Todo el pueblo debía orar, ayunar pidiendo perdón a Dios.