La luz del Sol se fue alejando por poniente, dando paso a un cielo claro tapizado de estrellas que iluminó camino a la salida de Jerusalén hasta llegar a la cercana Betsaida a casa de Lázaro.

La noche, en casa de Lázaro continuó en un ambiente familiar pues JESUS, siempre se encontró acogido en el hogar de su amigo. Toda la familia se sentía profundamente unida a ÉL, ese amor reverencial se reforzo, más si cabe después de la resurrección. Pude ver la admiración de Marta y María hacia el Maestro. Y el gesto de amor de María, de generosidad hacia el maestro. El agradecimiento de quien le había dado la salvación en la tierra, de quien había encontrado la razón de vivir y la meta alcanzar.

Esa noche vi como Jesús rodeado de sus apóstoles, de sus discípulos a los que un día llamó, a quienes otro día nos tocó, no solamente sanó nuestro cuerpo si no empezaba el apostolado de sanar nuestra alma.

Y así fue acabando, la hora segunda de la vigilia hebrea, y en el lunes, consumándose el segundo día de pasión.

Fueron consumiéndose las horas y casi sin darnos cuenta nos encontramos en el martes de pasión…

Despejemos las brumas de la noche y…