Después de mucha oración, Ana concibe a su hijo Samuel, al que consagra al Señor ya antes incluso de saber que Dios se lo había concedido. Ana espera a que el niño sea destetado para cumplir su promesa y presentarlo ante el Señor en el santuario de Siló, donde Samuel será educado por el sacerdote Elí para servir al Señor.