Para un maestro de Dios avanzado esta pregunta es irrelevante.
No tiene un programa fijo, pues las lecciones cambian de día en día.
Pero el maestro de Dios, está seguro de una sola cosa: las lecciones no cambian al azar.
Al darse cuenta de esto y entender que es verdad, el maestro descansa contento.
Se le dirá cuál ha de ser su papel, hoy, mañana y siempre.
Y aquellos que compartan ese papel con él le encontrarán para que juntos puedan aprender las lecciones de ese día.
Nadie de quien él tenga necesidad estará ausente; no se le enviará nadie que no tenga un objetivo de aprendizaje ya establecido y que pueda aprender ese mismo día.
Para el maestro de Dios avanzado esta pregunta es, por consiguiente, superflua.
Ya la planteó y ya se le contestó, y él se mantiene en continuo contacto con la Respuesta.