La Palabra de Dios no hiere para destruir, opera para sanar, entra, corta con precisión y comienza a sanar todo lo que el tiempo quiso dañar y así comienza a ordenar todo. La vida con Cristo no se gobierna desde el alma sino desde el espíritu.
La Palabra de Dios no hiere para destruir, opera para sanar, entra, corta con precisión y comienza a sanar todo lo que el tiempo quiso dañar y así comienza a ordenar todo. La vida con Cristo no se gobierna desde el alma sino desde el espíritu.