Cuando los Beatles se separaron en 1970, se abrió un enorme hueco dentro de la música británica. Los medios se quedaron sin sus figuras titánicas que mostrar ante el mundo, y las frecuencias británicas se inundaron de música estadounidense. Esto cambiaría en los 90 cuando, aprovechando un influjo de bandas jóvenes haciendo pop jovial y cómico, los medios encontraron los nuevos personajes que hacer más grandes que la vida misma.