“Lo que llamamos Ley Moral, ¿no es simplemente nuestro instinto gregario que no se ha desarrollado igual que el resto de nuestros instintos?

El instinto gregario, es el deseo de la persona a hacer algo. Pero desear ayudar a alguien, es diferente a sentir que debes ayudar a alguien, lo quieras o no. Suponiendo que escucha el grito de un hombre pidiendo socorro, probablemente sentirás dos deseos; el deseo de ayudar (instinto gregario) y el deseo de evitar el peligro (instinto de conservación). Pero además encontraras una tercera cosa que te dice que debes ayudarlo y no huir. Eso es la Ley Moral.

La Ley Moral no es ningún instinto en particular ni ningún conjunto de instintos; es algo que hace una melodía (a la cual llamamos bien o correcta) y lo hace dirigiendo los instintos.

Lo que llamamos Ley Moral, ¿no es simplemente una convención social, algo impuesto en nosotros por educación?

Hay cosas que aprendemos de nuestros padres, maestros, amigos y libros, como aprendimos la Regla de Comportamiento Decente, pero algunas cosas que aprendimos son meras convenciones que podrían haber sido diferentes (el manejar por un lado de la carretera) y otras que son verdaderas y reales como las matemáticas. El punto es, ¿a cuál de esas clases pertenece la Ley de la Naturaleza Humana?

Hay dos razones para considerar que esta ley pertenece al grupo de las matemáticas. Primero, porque las diferencias entre las ideas morales de una época o país y las de otros no son realmente muy grandes y se pueden reconocer la misma ley que las recorre a todas; las meras convenciones, en cambio, pueden diferir en cualquier medida. La otra razón es cuando se consideran estas diferencias entre la moral de un pueblo y de otro; ¿se piensa que la moral de un pueblo siempre es mejor o peor que otro? ¿Algunos de los cambios ha significado mejorías? Si no es así, entonces jamás podría haber progreso moral alguno. Si ningún conjunto de ideas morales fuera más verdadero o mejor que otro no tendría sentido preferir la moral civilizada a la moral salvaje.

Concluyendo, aunque las diferencias entre las ideas de la gente sobre el Comportamiento Decente a menudo hacen sospechar que no existe una real Ley de Comportamiento de orden natural, las cosas que nos vemos obligados a pensar acerca de esas diferencias en verdad prueban justamente lo contrario.