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Hoy quería hablar sobre Madame Bovary, novela en la que Gustave Flaubert nos cuenta la vida, en apariencia banal y fútil, de una señora burguesa, en una pequeña ciudad de la Francia del siglo XIX. Sin embargo, lejos de ser una historia trivial, la historia de Emma Bovary es una obra maestra universal que invita a la reflexión y al debate sobre muchos temas. Después de todo, Emma es un personaje complejo y fascinante.
Pero ¿Cuál es, en realidad, la tragedia de Emma? ¿Es el eterno conflicto entre libertad y responsabilidad, que la convierte en una egoísta guiada por sus caprichos y deseos, mientras su marido trabaja y una empleada cría a su hija? ¿O es, más bien, la de una víctima de un sistema patriarcal y opresivo, que la educó para ser un objeto de deseo y le negó oportunidades de independencia, haciéndole creer que el amor romántico y total era el único camino de la felicidad? ¿O acaso su verdadera tragedia es estar atrapada en su propia ilusión, incapaz de renunciar a sus sueños, aunque estos sean imposibles?
Antes de profundizar sobre su tragedia, vamos a hablar un poco sobre la historia de la Señora Bovary, para no perderse en el camino.
En resumen, el drama de Emma, es que influenciada por todas las novelas románticas que ha leído, termina idealizando el amor y la vida, como algo lleno de intensidad y de emoción. Y así como Don Quijote después de leer todas sus novelas de caballería, termina creyendo que es un caballero andante, Emma acaba creyendo que la vida debería ser una historia de amor desbordante de pasión, y de grandeza en cada instante; y que vivir sin toda esa intensidad, no es solo una injusticia, sino también una insufrible miseria.
Cuando Emma se casa con Charles Bovary, ella ya tenía todas esas expectativas sobre la vida, y de alguna forma pensaba que junto él, el mundo le daría todas esas felicidades sobre las que ya había leído en tantas historias de amor.
El problema era que Charles, a pesar de ser amable, y de quererla con toda el alma, era un tipo sencillo, aburrido, mediocre. No sabía decir frases interesantes, no sabía bailar vals, ni podía expresar pasiones imposibles. No tenía ambiciones que le quiten el sueño, ni lo carcomía la envidia, ni se moría de celos, ni guardaba rencor.
La vida al lado del buen Charles era para Emma una ofensa y una traición. Vivía entre el tedio y la depresión. A veces encontraba algún interés o pasatiempo, pero la triste realidad se terminaba imponiendo y haciéndola infeliz.
Emma intenta escapar del tedio con lujos y aventuras románticas, aveces platónicas, y a veces… totales, pero siendo la realidad como es, nunca está a la altura de sus sueños, y la búsqueda de una vida intensa se vuelve un desesperado camino de autodestrucción.
Ahora sí. Volvamos a su tragedia.
Primero que nada, ¿qué es una tragedia?
Si bien la tragedia, como expresión dramática, nace en la antigua Grecia y se utilizaba en festivales religiosos para purificar las emociones del público, seguramente existen historias trágicas desde el principio de los tiempos. La historia de Gilgamesh, por ejemplo, nos muestra su inútil búsqueda de la inmortalidad y su inevitable enfrentamiento con la muerte. Y desde entonces nos han servido para hacer catarsis, haciéndonos reflexionar sobre la existencia y el sufrimiento humano.
Catarsis significa precisamente purificación emocional. Y ya Aristóteles hablaba sobre cómo la tragedia nos sirve para purgar o liberar emociones, y con suerte, también para reflexionar y entender mejor nuestras propias vidas. Según él, la tragedia logra esto a través de la compasión y el terror: sentimos empatía, o compasión por el protagonista que sufre y, al mismo tiempo, sentimos terror, al pensar que podríamos estar en su lugar, o de que algo parecido nos puede pasar.
Sin embargo, una tragedia no es simplemente una historia en la que a un personaje le pasan desgracias e injusticias. Si a pesar de lo terrible que puede ser su camino, el protagonista aprende, cambia, o se adapta, su historia no sería una tragedia. Por ejemplo, la historia de Teseo, a pesar de tener desgracias e infortunios, no es una tragedia, ya que lo vemos cambiar, evolucionar. Comienza siendo un niño sin padre, y se termina convirtiendo en uno de los más grandes héroes de Atenas.
En cambio, por ejemplo el último cuento que comentamos, Cuánta tierra necesita un hombre, de Tolstoi, es una tragedia. En esa historia Pajón es incapaz de reconocer, y mucho menos de cambiar su ambición desmedida, lo que lo termina llevando, también, a un camino de autodestrucción.
Otra cosa importante, es que para que nosotros como público podamos tener esa conexión significativa con la historia, para que nos lleve a esa limpieza emocional, la tragedia, en su aspecto más profundo, tiene que ser universal, tiene que poder resonar con cualquier audiencia, trascendiendo las limitaciones de género, clase, o contexto histórico. Por eso las grandes historias siguen estando a pesar del tiempo.
Además de la compasión y el terror hay un tercer elemento que me parece muy interesante: la causa secreta.
En el episodio que hice sobre La ciudad y los perros ya hablé sobre la causa secreta, pero ahora vale la pena mencionarla de nuevo.
La causa secreta es lo que realmente mueve al personaje, más allá de lo que el personaje mismo cree estar buscando. Es la verdad esencial y aterradora sobre la condición humana que nos revela la tragedia.
En el caso de Emma, y volviendo a mi pregunta inicial, su tragedia no es que ella esté atrapada entre la responsabilidad y la libertad, sino que sufre porque ninguna de las dos opciones la satisface: el deber la asfixia, y la libertad que persigue nunca está a la altura de sus expectativas. Y aunque es evidente que Emma vive en una sociedad en la que las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los hombres, esta tampoco es su tragedia, en el sentido universal del que estamos hablando.Su tragedia es no poder reconciliar la fantasía con la realidad. Ella cree que busca el amor absoluto y la felicidad apasionada, pero en realidad su causa secreta, lo que ella de verdad quiere, no es un hombre, ni una relación, ni todos los lujos del mundo, sino poder llenar un vacío existencial. Su causa secreta es su incapacidad de encontrar plenitud en la realidad, lo que la lleva a un ciclo de deseo, insatisfacción y desesperación.
Si Emma hubiese sido hombre, un príncipe, incluso, con todos los lujos y ventajas que el mundo tiene para ofrecer, seguiría siendo infeliz. Porque ella lo que quiere es una vida más bella, vibrante e intensa de lo que la realidad puede ofrecer.
Ella quería vivir una historia romántica, quizás como la de Romeo y Julieta, la de Tristán e Isolda, o la de Lancelot y Ginebra; pero en la vida real hay pocos caballeros como Lancelot, y son menos las veces en que las personas viven historias así. Y para bien o para mal, Flaubert le quiso escribir una novela realista, en la que los amantes no son heroicos, sino egoístas y cobardes, en la que no hay muertes instantáneas y gloriosas, sino dolorosas, y terribles. Un mundo muy parecido al que vemos todos los días, cuando salimos a tomar un café.
Por eso es que todos nos podemos identificar con Emma, porque nadie sueña con una vida mediocre y aburrida, porque todos nos sentimos alguna vez decepcionados con la realidad y su mezquindad. Por eso Emma es una heroina, o una anti-heorína, si se prefiere, que trasciende los límites de su contexto y de su tiempo.
Cuando terminé de leer Madame Bovary, continué leyendo sobre el libro, porque una de las cosas que más me apasiona sobre la literatura es ver cómo algunos personajes trascienden su propia historia, viven otras, narradas por otras personas, tal vez. O se los encuentra en metáforas, poemas y canciones, a veces cientos, o hasta miles de años después.
Fue así que leyendo el ensayo que Vargas LLosa escribe sobre Madame Bovary, me topé con el perfecto ejemplo de cómo funciona la tragedia en el contexto que estábamos hablando. Él cuenta un episodio en el que él estaba atravesaba una profunda crisis personal, e incluso estaba contemplando la idea del suicidio.
Y cuenta cómo al leer y releer la tragedia de Emma, en especial su último día, él lograba hacer catarsis, a través de la angustia y el dolor de Emma, que de alguna forma lo absolvian de su propio desencanto con la realidad. Emma moría, para que él pueda vivir.
Es increíble ver como algunos personajes y sus historias se vuelven tan importantes en las vidas de quienes los leen y los cometan. Nunca me deja de impresionar lo mucho que necesitamos historias y el impulso de vida que nos dan.
Hay una frase que se le atribuye a Oscar Wilde, sobre uno de los personajes de Balzac: “El gran drama de mi vida es la muerte de Lucien Rubempré. Me persigue en mis momentos de placer. Lo recuerdo cuando río.”
Hay historias que nos marcan así.
Mario Vargas Llosa, en ese ensayo, comienza usando esa frase sobre Lucien para explicar que existen personajes de ficción que pueden ser igual o más importantes en nuestras vidas que personas de carne y hueso.
Para Vargas Llosa, Emma Bovary es uno de esos personajes clave en su vida. Y como él tiene a Emma, todos tenemos historias que nos ayudan a navegar las aguas de la incerteza y nos ayudan a encarar las obligatorias transiciones de vida y de muerte que conlleva el estar aquí. Pero como vemos en la historia de Emma, la fantasía, aun con todas sus maravillas,no está libre de peligros.
Porque así como la lectura y las historias en general, ya sea en libros, películas, videojuegos, nos permiten viajar y en cierta forma vivir otras realidades, que nos ayudan a ver desde diferentes perspectivas nuestro interior y nuestra vida. También puede pasar, como le pasó a Bastian Baltasar Bux, cuando no podía, ni quería, encontrar el camino de vuelta a casa; nos puede pasar que usemos el mundo imaginario como una evasión de la realidad. Puede pasar, que en vez visitar ese mundo de manera creativa, para encontrar alguna Verdad que critique, o que transforme nuestro mundo, lo usemos de manera autodestructiva, para huir y escapar.
En el caso de Bastian, recordemos que fue cuando ya apunto de perderse para siempre en el mundo irreal, con mucha paciencia y trabajo logra encontrar su verdadera voluntad, y puede regresar a su mundo y transformarlo, al compartir con su padre esa verdad que encuentra en Fantasía.
Se podría decir que algo parecido hace Vargas Llosa cuando se sumerge en la historia de Emma, vive con ella su desilusión por la realidad, admira su rebeldía, sus ganas de vivir más allá de los límites impuestos, y la forma en que se va inmolando con tal de no vivir una existencia como la que supuestamente tiene que vivir. Pero él regresa a su mundo, y no intenta convertirlo en algún tipo de imitación o tributo del mundo fantástico. Sino que usa la historia de Emma cómo inspiración para rebelarse contra el; pero lo hace de forma creativa, y no autodestructiva. Él cuenta que fue gracias al trabajo de Flaubert que supo finalmente qué tipo de escritor él quería ser. Y fueron sus libros la negación de una realidad que no le era suficiente, y su forma de compartir con el resto de nosotros esa verdad que encontró en Fantasía.
Entonces, esa es otra de las reflexiones principales que me dejó toda esta historia de la señora Bovary.
Todos necesitamos vehementemente de fantasía y de ilusión para avanzar,para cambiar, para crear; pero también necesitamos aceptar, y tal vez incluso aferrarnos, a ciertas cosas de la realidad, para no quedar flotando en un limbo sin mucho sentido, ni valor.
A todo esto, y ya para ir terminando, la novela puede ser muy realista y todo. Pero la forma en que usa el lenguaje y describe las cosas, as veces es tan bonito, parece surreal. Es muy lindo. Uno queda como en trance con algunos de sus pasajes y descripciones. Como la escena de amor en el coche, en la que no se menciona nada de lo que pasa dentro del mismo coche, o esa última noche con Rodolphe en el jardín, o la más linda descripción de la felicidad que he leído hasta ahora, cuando el narrador describe cómo el buen Charles se moría de amor, adorándola, justo después de su matrimonio. Y lo más curioso es que Charles la continuó amando y adorando de la misma forma, a pesar de los pesares, y hasta el final de los finales. En su simplicidad, y con todas sus limitaciones, creo que ese amor fiel, ciego y abnegado de Charles, fue lo más parecido a esos amores de novelas imposibles que llega aparecer en la vida de Emma. Nadie la amó de manera más sincera y constante que él. Y sin embargo, ya vi que al pobre Charles lo humillan hasta los críticos. Haha
Aunque el otro día me topé con un artículo de Pilar Gómez Rodríguez, en el que explica la apasionante defensa de Charles que hace el escritor Jean Amery, en su texto Charles Bovary, médico rural. Muy linda e intensa lectura.La recomiendo. Es así como los personajes se escapan de los libros en los que nacieron e invaden nuestro mundo.
Podríamos seguir conversando, hay tanto por decir. Pero ahora toca volver a la realidad real. Que tengan un buen día.
By Camilo VadilloHoy quería hablar sobre Madame Bovary, novela en la que Gustave Flaubert nos cuenta la vida, en apariencia banal y fútil, de una señora burguesa, en una pequeña ciudad de la Francia del siglo XIX. Sin embargo, lejos de ser una historia trivial, la historia de Emma Bovary es una obra maestra universal que invita a la reflexión y al debate sobre muchos temas. Después de todo, Emma es un personaje complejo y fascinante.
Pero ¿Cuál es, en realidad, la tragedia de Emma? ¿Es el eterno conflicto entre libertad y responsabilidad, que la convierte en una egoísta guiada por sus caprichos y deseos, mientras su marido trabaja y una empleada cría a su hija? ¿O es, más bien, la de una víctima de un sistema patriarcal y opresivo, que la educó para ser un objeto de deseo y le negó oportunidades de independencia, haciéndole creer que el amor romántico y total era el único camino de la felicidad? ¿O acaso su verdadera tragedia es estar atrapada en su propia ilusión, incapaz de renunciar a sus sueños, aunque estos sean imposibles?
Antes de profundizar sobre su tragedia, vamos a hablar un poco sobre la historia de la Señora Bovary, para no perderse en el camino.
En resumen, el drama de Emma, es que influenciada por todas las novelas románticas que ha leído, termina idealizando el amor y la vida, como algo lleno de intensidad y de emoción. Y así como Don Quijote después de leer todas sus novelas de caballería, termina creyendo que es un caballero andante, Emma acaba creyendo que la vida debería ser una historia de amor desbordante de pasión, y de grandeza en cada instante; y que vivir sin toda esa intensidad, no es solo una injusticia, sino también una insufrible miseria.
Cuando Emma se casa con Charles Bovary, ella ya tenía todas esas expectativas sobre la vida, y de alguna forma pensaba que junto él, el mundo le daría todas esas felicidades sobre las que ya había leído en tantas historias de amor.
El problema era que Charles, a pesar de ser amable, y de quererla con toda el alma, era un tipo sencillo, aburrido, mediocre. No sabía decir frases interesantes, no sabía bailar vals, ni podía expresar pasiones imposibles. No tenía ambiciones que le quiten el sueño, ni lo carcomía la envidia, ni se moría de celos, ni guardaba rencor.
La vida al lado del buen Charles era para Emma una ofensa y una traición. Vivía entre el tedio y la depresión. A veces encontraba algún interés o pasatiempo, pero la triste realidad se terminaba imponiendo y haciéndola infeliz.
Emma intenta escapar del tedio con lujos y aventuras románticas, aveces platónicas, y a veces… totales, pero siendo la realidad como es, nunca está a la altura de sus sueños, y la búsqueda de una vida intensa se vuelve un desesperado camino de autodestrucción.
Ahora sí. Volvamos a su tragedia.
Primero que nada, ¿qué es una tragedia?
Si bien la tragedia, como expresión dramática, nace en la antigua Grecia y se utilizaba en festivales religiosos para purificar las emociones del público, seguramente existen historias trágicas desde el principio de los tiempos. La historia de Gilgamesh, por ejemplo, nos muestra su inútil búsqueda de la inmortalidad y su inevitable enfrentamiento con la muerte. Y desde entonces nos han servido para hacer catarsis, haciéndonos reflexionar sobre la existencia y el sufrimiento humano.
Catarsis significa precisamente purificación emocional. Y ya Aristóteles hablaba sobre cómo la tragedia nos sirve para purgar o liberar emociones, y con suerte, también para reflexionar y entender mejor nuestras propias vidas. Según él, la tragedia logra esto a través de la compasión y el terror: sentimos empatía, o compasión por el protagonista que sufre y, al mismo tiempo, sentimos terror, al pensar que podríamos estar en su lugar, o de que algo parecido nos puede pasar.
Sin embargo, una tragedia no es simplemente una historia en la que a un personaje le pasan desgracias e injusticias. Si a pesar de lo terrible que puede ser su camino, el protagonista aprende, cambia, o se adapta, su historia no sería una tragedia. Por ejemplo, la historia de Teseo, a pesar de tener desgracias e infortunios, no es una tragedia, ya que lo vemos cambiar, evolucionar. Comienza siendo un niño sin padre, y se termina convirtiendo en uno de los más grandes héroes de Atenas.
En cambio, por ejemplo el último cuento que comentamos, Cuánta tierra necesita un hombre, de Tolstoi, es una tragedia. En esa historia Pajón es incapaz de reconocer, y mucho menos de cambiar su ambición desmedida, lo que lo termina llevando, también, a un camino de autodestrucción.
Otra cosa importante, es que para que nosotros como público podamos tener esa conexión significativa con la historia, para que nos lleve a esa limpieza emocional, la tragedia, en su aspecto más profundo, tiene que ser universal, tiene que poder resonar con cualquier audiencia, trascendiendo las limitaciones de género, clase, o contexto histórico. Por eso las grandes historias siguen estando a pesar del tiempo.
Además de la compasión y el terror hay un tercer elemento que me parece muy interesante: la causa secreta.
En el episodio que hice sobre La ciudad y los perros ya hablé sobre la causa secreta, pero ahora vale la pena mencionarla de nuevo.
La causa secreta es lo que realmente mueve al personaje, más allá de lo que el personaje mismo cree estar buscando. Es la verdad esencial y aterradora sobre la condición humana que nos revela la tragedia.
En el caso de Emma, y volviendo a mi pregunta inicial, su tragedia no es que ella esté atrapada entre la responsabilidad y la libertad, sino que sufre porque ninguna de las dos opciones la satisface: el deber la asfixia, y la libertad que persigue nunca está a la altura de sus expectativas. Y aunque es evidente que Emma vive en una sociedad en la que las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los hombres, esta tampoco es su tragedia, en el sentido universal del que estamos hablando.Su tragedia es no poder reconciliar la fantasía con la realidad. Ella cree que busca el amor absoluto y la felicidad apasionada, pero en realidad su causa secreta, lo que ella de verdad quiere, no es un hombre, ni una relación, ni todos los lujos del mundo, sino poder llenar un vacío existencial. Su causa secreta es su incapacidad de encontrar plenitud en la realidad, lo que la lleva a un ciclo de deseo, insatisfacción y desesperación.
Si Emma hubiese sido hombre, un príncipe, incluso, con todos los lujos y ventajas que el mundo tiene para ofrecer, seguiría siendo infeliz. Porque ella lo que quiere es una vida más bella, vibrante e intensa de lo que la realidad puede ofrecer.
Ella quería vivir una historia romántica, quizás como la de Romeo y Julieta, la de Tristán e Isolda, o la de Lancelot y Ginebra; pero en la vida real hay pocos caballeros como Lancelot, y son menos las veces en que las personas viven historias así. Y para bien o para mal, Flaubert le quiso escribir una novela realista, en la que los amantes no son heroicos, sino egoístas y cobardes, en la que no hay muertes instantáneas y gloriosas, sino dolorosas, y terribles. Un mundo muy parecido al que vemos todos los días, cuando salimos a tomar un café.
Por eso es que todos nos podemos identificar con Emma, porque nadie sueña con una vida mediocre y aburrida, porque todos nos sentimos alguna vez decepcionados con la realidad y su mezquindad. Por eso Emma es una heroina, o una anti-heorína, si se prefiere, que trasciende los límites de su contexto y de su tiempo.
Cuando terminé de leer Madame Bovary, continué leyendo sobre el libro, porque una de las cosas que más me apasiona sobre la literatura es ver cómo algunos personajes trascienden su propia historia, viven otras, narradas por otras personas, tal vez. O se los encuentra en metáforas, poemas y canciones, a veces cientos, o hasta miles de años después.
Fue así que leyendo el ensayo que Vargas LLosa escribe sobre Madame Bovary, me topé con el perfecto ejemplo de cómo funciona la tragedia en el contexto que estábamos hablando. Él cuenta un episodio en el que él estaba atravesaba una profunda crisis personal, e incluso estaba contemplando la idea del suicidio.
Y cuenta cómo al leer y releer la tragedia de Emma, en especial su último día, él lograba hacer catarsis, a través de la angustia y el dolor de Emma, que de alguna forma lo absolvian de su propio desencanto con la realidad. Emma moría, para que él pueda vivir.
Es increíble ver como algunos personajes y sus historias se vuelven tan importantes en las vidas de quienes los leen y los cometan. Nunca me deja de impresionar lo mucho que necesitamos historias y el impulso de vida que nos dan.
Hay una frase que se le atribuye a Oscar Wilde, sobre uno de los personajes de Balzac: “El gran drama de mi vida es la muerte de Lucien Rubempré. Me persigue en mis momentos de placer. Lo recuerdo cuando río.”
Hay historias que nos marcan así.
Mario Vargas Llosa, en ese ensayo, comienza usando esa frase sobre Lucien para explicar que existen personajes de ficción que pueden ser igual o más importantes en nuestras vidas que personas de carne y hueso.
Para Vargas Llosa, Emma Bovary es uno de esos personajes clave en su vida. Y como él tiene a Emma, todos tenemos historias que nos ayudan a navegar las aguas de la incerteza y nos ayudan a encarar las obligatorias transiciones de vida y de muerte que conlleva el estar aquí. Pero como vemos en la historia de Emma, la fantasía, aun con todas sus maravillas,no está libre de peligros.
Porque así como la lectura y las historias en general, ya sea en libros, películas, videojuegos, nos permiten viajar y en cierta forma vivir otras realidades, que nos ayudan a ver desde diferentes perspectivas nuestro interior y nuestra vida. También puede pasar, como le pasó a Bastian Baltasar Bux, cuando no podía, ni quería, encontrar el camino de vuelta a casa; nos puede pasar que usemos el mundo imaginario como una evasión de la realidad. Puede pasar, que en vez visitar ese mundo de manera creativa, para encontrar alguna Verdad que critique, o que transforme nuestro mundo, lo usemos de manera autodestructiva, para huir y escapar.
En el caso de Bastian, recordemos que fue cuando ya apunto de perderse para siempre en el mundo irreal, con mucha paciencia y trabajo logra encontrar su verdadera voluntad, y puede regresar a su mundo y transformarlo, al compartir con su padre esa verdad que encuentra en Fantasía.
Se podría decir que algo parecido hace Vargas Llosa cuando se sumerge en la historia de Emma, vive con ella su desilusión por la realidad, admira su rebeldía, sus ganas de vivir más allá de los límites impuestos, y la forma en que se va inmolando con tal de no vivir una existencia como la que supuestamente tiene que vivir. Pero él regresa a su mundo, y no intenta convertirlo en algún tipo de imitación o tributo del mundo fantástico. Sino que usa la historia de Emma cómo inspiración para rebelarse contra el; pero lo hace de forma creativa, y no autodestructiva. Él cuenta que fue gracias al trabajo de Flaubert que supo finalmente qué tipo de escritor él quería ser. Y fueron sus libros la negación de una realidad que no le era suficiente, y su forma de compartir con el resto de nosotros esa verdad que encontró en Fantasía.
Entonces, esa es otra de las reflexiones principales que me dejó toda esta historia de la señora Bovary.
Todos necesitamos vehementemente de fantasía y de ilusión para avanzar,para cambiar, para crear; pero también necesitamos aceptar, y tal vez incluso aferrarnos, a ciertas cosas de la realidad, para no quedar flotando en un limbo sin mucho sentido, ni valor.
A todo esto, y ya para ir terminando, la novela puede ser muy realista y todo. Pero la forma en que usa el lenguaje y describe las cosas, as veces es tan bonito, parece surreal. Es muy lindo. Uno queda como en trance con algunos de sus pasajes y descripciones. Como la escena de amor en el coche, en la que no se menciona nada de lo que pasa dentro del mismo coche, o esa última noche con Rodolphe en el jardín, o la más linda descripción de la felicidad que he leído hasta ahora, cuando el narrador describe cómo el buen Charles se moría de amor, adorándola, justo después de su matrimonio. Y lo más curioso es que Charles la continuó amando y adorando de la misma forma, a pesar de los pesares, y hasta el final de los finales. En su simplicidad, y con todas sus limitaciones, creo que ese amor fiel, ciego y abnegado de Charles, fue lo más parecido a esos amores de novelas imposibles que llega aparecer en la vida de Emma. Nadie la amó de manera más sincera y constante que él. Y sin embargo, ya vi que al pobre Charles lo humillan hasta los críticos. Haha
Aunque el otro día me topé con un artículo de Pilar Gómez Rodríguez, en el que explica la apasionante defensa de Charles que hace el escritor Jean Amery, en su texto Charles Bovary, médico rural. Muy linda e intensa lectura.La recomiendo. Es así como los personajes se escapan de los libros en los que nacieron e invaden nuestro mundo.
Podríamos seguir conversando, hay tanto por decir. Pero ahora toca volver a la realidad real. Que tengan un buen día.