Lo primero que me impresionó fue la historia misma de las hermanas Brontë. Cómo es posible que, desde una sola casa en un pueblo relativamente aislado, tres hermanas autodidactas, con recursos limitados y en una época en la que era muchísimo más difícil escribir siendo mujer, ellas escribieran - casi al mismo tiempo -, libros que hoy son considerados clásicos indiscutibles de la literatura.
El fenómeno de las hermanas Brontë no tiene paralelos en la historia. Y como todo lo que es único, no dejan de maravillar y seducir.
Infelizmente, las tres tuvieron una muerte prematura. Uno solo puede imaginar lo que habrían continuado escribiendo si hubieran tenido más tiempo y más salud.
Me decidí por leer primero Cumbres Borrascosas simplemente porque me encantó el título. Ya me daba la impresión de algo aislado, sombrío, medio mitológico. Casi como un sortilegio. Sobre todo en inglés. Wuthering Heights. Como decir abracadabra, o Hocus Pocus.
De entrada vale la pena decir que Cumbres Borrascosas es mucho más que una simple historia de amor. También es una historia de crueldades, de venganza, de obsesión.
El libro comienza cuando el nuevo inquilino de una mansión alejada de todo, el señor Lockwood, va a visitar al dueño que se la alquila. El dueño vive en la finca vecina, a unos 4 kilómetros, al otro lado del páramo, en unas cumbres donde siempre da el viento. En esa casa todo aparece medio oscuro y misterioso, casi como un cuento de terror.
El dueño de casa es el señor Heathcliff, y además de él en la casa de las cumbres hay una joven que a los ojos del señor Lockwood es increíblemente linda, y enigmática. Él piensa que es la esposa del señor Heathcliff, pero luego le corrigen que es su nuera. También hay otro joven que al principio el señor Lockwood no sabía si era familiar o sirviente, por su postura orgullosa, y sus ropas campesinas. Cuando el joven también se sienta a la mesa con ellos, el inquilino piensa que es el hijo del señor Heathcliff, pero de nuevo le dicen que no. Resulta que el hijo del Sr. Heathcliff ha muerto. Y no le dan ninguna otra explicación.
El inquilino es el que comienza narrando la historia en primera persona, y de entrada uno quiere saber quién es la gente de esa casa y qué fue lo que pasó ahí, porque no parecen una familia normal. El inquilino vuelve a su casa recién alquilada, y una de las sirvientas, Nelly, le comienza a contar toda la historia.
Dentro del relato de Nelly, hay momentos en que otros personajes comienzan a contar algunas partes de la historia, y más adelante el inquilino retoma la palabra también. Por ejemplo hay partes en las que escuchamos como Nelly le cuenta al inquilino, lo que le contaron a ella.
Esta estructura con diferentes perspectivas no solo crea una atmósfera de misterio y complejidad, sino que también añade capas de subjetividad y distorsión. Al final, estamos escuchando lo que alguien dijo que le dijeron que pasó. Y digo escuchar , y no ver o leer porque justamente nos da la sensación -por lo menos a mí- de que estamos escuchando un chisme, o un cuento oral, más que leyendo una novela. Le da un toque íntimo, que nos mete en la historia y no nos suelta hasta el final.
Nelly comienza a contar la historia cuando ella trabajaba en la casa de Cumbres Borrascosas, aproximadamente unos 30 años antes de que el señor Lockwood se siente a escucharla. En esa época la casa pertenecía a la familia Earnshaw. La pareja tenía dos hijos, Hindley de unos 13 años, y Catherine de unos 6. La propia Nelly tendría alrededor de los 18 años en ese entonces.
Un día, el padre tenía que ir a la gran ciudad, e iba a traer regalos para sus hijos y para Nelly. Pero en vez de volver a la hora que había dicho que volvería, se retrasó horas de horas. Y cuando por fin volvió, algunos de los regalos se habían roto o no había podido traer exactamente lo prometido, porque resulta que bajo su abrigo, además de los regalos, también traía a un huerfanito con rasgos de gitano que había encontrado abandonado en la calle, y con el que, por alguna razón, se encariñó hasta el fin de sus días.
Y así es como empieza el drama de Cumbres Borrascosas. El niño se queda a vivir con ellos y le ponen de nombre y apellido simplemente Heathcliff. El hijo mayor, Hindley, crece envidiando y maltratándolo. Mientras más lo adulaba el padre, más lo maltrataba. Heathcliff aguantaba los abusos sin quejarse ni decir nada, y tratando de sacar provecho como podía.
Por otro lado, él y Catherine tenían la misma naturaleza orgullosa e indomable. Viven haciendo travesuras, se vuelven inseparables, y con el tiempo terminan construyendo esa unión de almas casi etérea, épica y sublime, típica del Romanticismo. No es amor - o por lo menos no es solo amor-, es como si los dos fueran, de alguna forma, un solo ser. Es una unión que va más allá de lo físico, de lo moral, e incluso de la vida y la muerte.
Después que fallecen los padres, la mansión de Cumbres Borrascosas poco a poco se va volviendo un lugar más tétrico, más cruel, y menos habitable. Mientras tanto, al otro lado del páramo está la otra finca, La Granja de los Tordos, en la que ahora el señor Lockwood está escuchando a Nelly. En esa época, en esa casa vivía la familia Linton, que tenían un hijo y una hija -Edgar e Isabella-, de edades no muy distintas a las de Heathcliff y Catherine.
Estas dos casas y el páramo entre ellas son el escenario de la historia. Frente a Cumbres Borrascosas que se vuelve un lugar cada vez más inhóspito y terrible -lleno de gritos, de rencores y maltratos -, La Granja de los Tordos representa la civilización, la calma, la paz y estabilidad. Un refugio, pero sin que por eso pueda siempre contener las pasiones que atormentan el alma humana.
Cuando el hermano de Catherine se hace cargo de Cumbres Borrascosas, por fin tiene el poder de quitarle a Heathcliff ese lugar de privilegio que había tenido mientras vivía su padre. Lo convierte en un sirviente, le quita la educación que tenía, lo margina, lo humilla y lo denigra; pero a Heathcliff nada de esto parece importarle, porque lo único que realmente le importa es estar con Catherine, con la que a pesar de todo, seguían siendo inseparables. Y entonces entran en escena los Linton.
Hasta aquí la novela se lee de forma voraz, no porque uno quiera saber como termina la historia, ya que desde el principio sabemos que Catherine muere, que la nuera de Heathcliff es la hija que ella tuvo con Edgar, que también ha fallecido. Y que el hijo muerto de Heathcliff también es hijo de Isabella, la hermana de Edgar.
O sea, desde el principio sabemos que estos dos seres de Cumbres Borrascosas - pasionales e irracionales - se terminan casando con los dos Linton, que por lo general son más racionales y cautos. Lo que no sabemos y queremos saber es cómo, o más importante todavía, por qué.
Y como con toda buena historia, puede ser que después de terminar de leer, sigamos queriendo saber esas respuestas.
El otro día estaba conversando con mi tío Quico sobre Cumbres Borrascosas, y él me pasó un video super interesante en el que una señora analiza y compara tres novelas de las hermanas Brontë. En una parte del video dice que tanto la desgracia de Heathcliff como la de Catherine, suceden porque ella, este ser libre y pasional, decide casarse con Edgar Linton, que es un tipo muy parecido al buen Charles Bovary, solo que mucho más rico y un poco menos manso.
En el video ella ve esto como una traición, tanto hacia Heathcliff, o a su amor por él, como una traición hacia ella misma. Lo ve como una traición, porque en esa decisión ella ve un intento de Catherine de ser un ser racional y no lo que ella es: desbordante pasión. Ella ve que en esa decisión Catherine cede su libertad individual y acepta la esclavitud de las convicciones sociales.
Esta decisión de Catherine es el punto neurálgico de la historia y el libro aquí me pareció tremendo, encantador. Nelly le sigue contando la historia al señor Lockwood. En ese momento Nelly está narrando como Catherine le cuenta lo que siente y lo que piensa y que ha decidido casarse con Linton, sin saber que Heathcliff estaba descansando al otro lado.
En una de las frases más lindas de la novela, Catherine le explica a Nelly: "Mi amor por Linton es como el follaje de los bosques: sé muy bien que el tiempo lo cambiará, como el invierno cambia los árboles. En cambio mi amor por Heathcliff se parece a las rocas eternas bajo el suelo: una fuente de escaso deleite visible, pero necesaria. ¡Nelly, yo soy Heathcliff! Está siempre, siempre en mi mente; no como un placer —del mismo modo que yo no soy un placer para mí misma—, sino como mi propio ser."
Ahora volvamos al centro del conflicto. En un primer momento también vi en la decisión de Catherine un tipo de conveniencia racional. Sí parecía como si ella estuviese intentando ser algo que no es, y de ahí viene esa idea de traición a sí misma. Pero después cambié de opinión. No creo que su decisión haya sido ni racional, ni una traición a sí misma, creo que ella estaba siendo exactamente como ella era y quería ser.
No veo la decisión de Catherine como una traición, en primer lugar porque este su amor por Heathcliff era tan profundo, que no necesitaba de ningún matrimonio, ni de nada terrenal para existir, o para que ella lo viva plenamente. Además ella en ningún momento renuncia, ni renunciaría a que Heathcliff deje de ser una parte central en su vida.
Y en segundo lugar, porque a pesar de lo importante que es Heathcliff, como ella misma lo explica: yo soy Heathcliff. Eso no es todo lo que ella es. Ella es más que simplemente ese amor y esa pasión por Heathcliff. Catherine no es un ser unidimensional. Teme vivir en la miseria, se avergüenza de ser la esposa de un criado. Y por otro lado, también quiere a Linton, no lo ama de esa forma desaforada y trascendental como ama a Heathcliff, pero lo quiere, es un buen tipo, y disfruta de ser la dama que ella es a su lado. No hay nada de esclavizante en todo eso, es parte de su naturaleza humana. Tan real y válido como su amor por Heathcliff.
Y no creo que su decisión sea racional, porque no es un frío cálculo de pros y contras de probabilidades, sino que está impregnada de orgullo. Ella piensa, con una ingenuidad apasionada, que puede tenerlo y controlarlo todo. Quiere ser la dama de la Granja de los Tordos por un lado y vivir su pasión fulminante por el otro.
Ella parece ser racional cuando planea casarse con Edgar y usar su dinero para ayudar a Heathcliff a salir de la situación de servidumbre en la que lo había colocado su hermano. Pero ese plan no es realista. Cómo iba un tipo como Heathcliff aceptar algo así? Es una fantasía disfrazada de estrategia. Si Heathcliff hubiese sido un tipo como Edgar o como el buen Charles, probablemente habría funcionado. Pero si Heathcliff hubiese sido así, ni hubiese sido Heathcliff, ni Catherine lo habría querido de la forma que lo hizo.
Entonces se compromete con Edgar y Heathcliff simplemente se va.
Tres años más tarde, cuando ella ya está casada, y según Nelly, viviendo en paz y tranquilidad, Heathcliff vuelve rico, poderoso y con sed de venganza. A partir de aquí el libro se vuelve incómodo y perturbador. Ya no se lee de la misma forma.
Ese huerfanito que hemos aprendido a querer, con el que hemos empatizado a través de las crueldades e injusticias que le han tocado vivir, vuelve transformado en una bestia. Al principio queremos que tenga su venganza, así como queremos y disfrutamos la venganza de Edmundo Dantes, cuando vuelve transformado en el Conde de Montecristo. Pero mientras la venganza de Edmundo parece caer de los cielos como justicia divina, Heathcliff vuelve como demonio destructor.
Heathcliff vuelve sin ningún afán de redención, sino con intención de destruirlo todo y a todos, y eso es lo que hace desde que vuelve hasta el final.
El tipo nunca culpa a Catherine, sino a todos los demás. Con ella va a querer estar siempre,haga lo que haga y pase lo que pase. Sin embargo, es incapaz de dejarla en paz. Por ejemplo, aunque ve que la destruye, no puede dejar su guerra contra Edgar y cualquier atisbo de felicidad que Edgar pueda llegar a tener. Al final es esa naturaleza de pasión desmedida, que ambos comparten, tanto para el odio como para el amor, lo que la termina matando.
La venganza de Heathcliff es tan implacable e irracional, que ataca y destruye a personas que no tienen nada que ver con su pasado, y su desgracia. Como Isabella, con la que se casa solo para causar tormento, o la hija de Catherine, e incluso su propio hijo, al que maltrata hasta el final. Al hijo de Hindley, le hace lo mismo que Hindley le hizo a él. Le quita la educación y lo transforma en un sirviente bruto y orgulloso de su ignorancia. Como venganza contra su padre, lo convierte en una nueva versión de sí mismo. Lo irónico es que este chico quizás sea el único que de verdad quiso a ese espectro atormentado en el que se termina convirtiendo.
Es a través de esa nueva generación que Emily Brontë nos da una especie de esperanza. Porque para Heathcliff no hay salvación posible, el odio lo consume hasta la muerte, que es lo único a lo que él puede anhelar como reencuentro simbólico con Catherine.
A él sí lo veo como un ser más unidimensional; pero con él, Emily Brontë nos dió unos de los personajes románticos más emblemáticos de la historia. Su origen incierto y misterioso. Su amor apasionado y total, el dolor infernal que sufre y que provoca, siguen haciendo que continuemos viendo su historia de pasión imposible en canciones, series y películas, a casi 200 años de que Emily haya escrito su novela inmortal.
Fue curioso haber leído este libro justo después de leer Madame Bovary, porque una vida como la de Catherine, es lo que hubiese querido tener Emma. Una pasión trascendental y absoluta, en lugar de amores cobardes y mezquinos, una muerte poética y teatral, en lugar de una terrible y dolorosa. En fin, hubiera querido existir en una novela romántica, y no en una realista.
Sin embargo el romanticismo que usa Emily, es único, y probablemente bastante diferente a las lecturas habituales de Emma.
En Emily Brontë el amar no se trata de poseer a alguien, sino de ser con alguien. Y el amor no aparece como un refugio que salva y redime, sino como una fuerza que corroe y que destruye. Catherine no es una víctima que necesita ser rescatada ni salva a Heathcliff con su amor. Y él no se redime por amarla, no se humaniza , como el señor Rochester, por ejemplo, en el libro de su hermana, sino todo lo contrario, a Heathcliff la pasión lo deshumaniza, lo consume, lo mata.
Leí Cumbres Borrascosas de un tirón, constantemente impresionado con el tremendo poder de persuasión de ese mundo en el que Emily Brontë nos muestra que el amor no es necesariamente bello, que la pasión no siempre es virtuosa, que la identidad individual puede perderse en el deseo y que las emociones pueden tener un poder devastador.
Quedé maravillado con la genialidad y el misterio de las hermanas Bronte. No me queda otra que seguir leyendo.