Hoy hablaremos del origen del Santo Rosario.

Había un monje español, llamado Domingo de Guzmán, oriundo de Caleruega, provincia de Burgos, donde nació en 1170.

Inició la orden religiosa de los Dominicos, desde un convento en Proville Francia, junto a una capilla que dedicó a la Virgen.

Nuestra Señora se le apareció a Santo Domingo, en esa misma capilla y le enseñó a rezar el Rosario y le dijo que propagara esta maravillosa devoción, que la utilizara como su mejor arma contra los enemigos de la fe.

Cuentan las crónicas de la época, los portentosos sucesos que acompañaban al Santo en la expansión de tan devota oración, como el que ocurrió en la Catedral de Toulouse.

Donde, al sonar las campanas, la gente se reunió para escucharle. Cuando Domingo iba a empezar hablar, se desató una enorme tormenta de rayos y truenos y un viento fortísimo, que hizo temblar de miedo a los asistentes.

Todos los presentes vieron que la imagen de la Virgen, alzaba los brazos, tres veces al cielo. En ese momento, el Santo empezó a rezar el Ave María y la Tormenta cesó.