Amán echa a suertes la fecha en que deben morir todos los judíos y sale el día trece del mes de Adar. A continuación, Amán convence al rey para que le otorgue el poder de exterminar a todo el pueblo judío. El rey así lo hace y Amán envía una carta a todos los gobernadores de todas las provincias por la que se decreta que todos los judíos deben ser exterminados el día trece de Adar. Mientras tanto, el rey, Amán y sus amigos continúan con sus banquetes y con sus excesos en el palacio real. Los judíos de todos los lugares en los que se hacía público el contenido del escrito prorrumpían en llanto e invocaban al Dios de sus padres.