Dios busca corazones dispuestos a confiar en Él, a pesar de las circunstancias. Otro aspecto que Dios valora en un corazón es la humildad. En el libro de Salmos 51:17, leemos que un corazón contrito y humillado, Dios no lo desprecia. La humildad nos permite reconocer nuestra necesidad de Dios. Hebreos 10:22-23 dice: Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificandos los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.