Si tuviera que explicar el perdón a alguien que no lo entendiera, le diría que es como llevar una mochila bien pesada, cuesta arriba, durante varias horas, varios días, varios meses o incluso varios años y de repente encontrar el valor y el amor propio para dejarla caer al piso, descansar, entregar todo ese peso para pasar a caminar por la vida de una forma mucho más liviana y orgánica.

Le contaría que a veces pensamos que el perdón implica absolver a otro de un supuesto “error”, cuando en realidad es un acto de gran amor con nosotros mismos. Que nos libera y da alas para volar.

Que el verdadero perdón empieza en una mente que se vio afectada por lo que otro le hizo, por lo que sufrió, y luego trae luz para dejar de culpar y revelar que no hay otra relación que no sea la mía conmigo todo el tiempo, por lo tanto es comprender con paciencia y dulzura que todo es perfecto como fue.

Más allá del dolor, más allá de la bronca, impotencia, tristeza, más allá de la pérdida, el perdón nos acerca a nuestra verdadera esencia: la invulnerabilidad.

Nada ni nadie nos puede afectar, aunque el ego nos quiera hacer creer lo contrario.

“Te perdono”, no es decir: “sufrí por lo que me hiciste, me hizo mucho daño, pero soy buena y te lo voy a dejar pasar aunque en el fondo voy a seguir teniendo esa espina y rencor”

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“Te perdono” vendría a ser más un: “te libero y me libero por lo que pasó. Porque ya pasó, porque elijo construir en base a eso y dejar de destruir. Porque quiero experimentar mi máxima realidad que es la del Amor y dejar atrás la culpa. Y porque entiendo que nada ni nadie en este mundo puede realmente hacerme algo, a mi esencia, a mi Ser que es siempre inmutable e inquebrantable. Te perdono desde el fondo de mi corazón y me perdono y libero”.

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Que las disfrutes!

Un gran abrazo de luz