En el programa de hoy vamos a ver porqué resulta tan importante diversificar profesionalmente en nuestro día a día y no mantenernos ligados a un camino. Hablemos, entonces, un poco de filosofía de trabajo.
El problema comienza cuando las cosas empiezan a irnos bien
Imaginar que comenzamos a crear un temario para nuestro primer curso. Un curso que nosotros hemos ideado y está orientado a cualquier persona que quiera aprender a operar en bolsa. Es decir a realizar inversiones bursátiles.
Tenemos una extensa experiencia en este campo y tenemos el gusto y la valía para transmitir la información a los alumnos virtuales que se interesen.
Como en cualquier curso que creemos disponemos de varias fórmulas para monetizarlo. En anteriores capítulos del podcast hemos hablado sobre algunas opciones:
Publicarlo en nuestra propia plataforma de e-learning y cobrar por cada matriculación.
Crear un membership site de contenido
Publicarlo en un marketplace de cursos
Como Crear un MOOC donde monetizarlo de las diferentes maneras que vimos en el capítulo 28.
Cualquier opción es válida siempre que nos esforcemos en dar los pasos para llevarlo a buen puerto.
Y cuando ya tenemos nuestro curso de inversión preparado, publicado en alguna de las opciones anteriores y con algunos alumnos apuntados, vemos que las cosas empiezan a funcionar. A irnos bien.
Tal vez estemos haciendo un buen trabajo y nos está siendo recompensado. Puede que vayan llegando poco a poco nuevos alumnos interesados en nuestro trabajo y que quieren realizar el curso por las buenas referencias que están escuchando.
Suena perfecto y un motivo para sentirnos realizados porque lo hemos logrado, ¿verdad?
Con el paso del tiempo hemos ido mejorando el contenido del curso, ampliándolo y, tal vez, creando un segundo nivel. Uno más avanzado para un público con ganas de aprender más.
Nuestra dedicación plena es captar a nuevos alumnos online y mejorar paulatinamente el temario.
Pero, de repente, hay un cambio a nivel global. Una crisis económica temporal afecta al interés de nuevos alumnos por nuestro curso virtual y dejan de matricularse al mismo ritmo que lo hacían antes.
Fijémonos que un factor externo a nosotros ha influido tanto que cada vez tenemos menos nuevos alumnos y eso se nota en nuestras finanzas.
No hay señales de que el público se vuelva a interesar en un plazo corto en nuestra formación debido a la situación social afectada por una gran caída de los índices bursátiles.
Y esto es normal. ¿Quien quiere entrar a un mercado financiero que está a la baja y no hay posibilidades de ganar dinero aun aprendiendo a cómo hacerlo?
Nos volveremos irrelevantes tras una buena racha de enseñar a muchas personas a realizar inversiones por el mero hecho de que nuestro producto ya no ayuda. Ya no sirve en esta situación.
¿Qué podemos hacer ahora? No podemos remar contracorriente y tampoco el volumen de alumnos que tenemos ahora nos permite mantener nuestro negocio de forma sostenible.
A partir de aquí tenemos que ingeniárnoslas para resolver un posible callejón sin salida si no nos adaptamos, al menos, hasta que pase un tiempo y a lo que dedicamos tanto esfuerzo vuelve a servirle al público.
Pues bien, vamos a ver que posibilidades hay que tomar en consideración antes de que todo esto llegue a ser un problema:
Adaptar el contenido del curso al interés actual del público
Es una de las posibles soluciones y vamos a aprovechar la reputación online que hayamos conseguido tiempo atrás.
Nos vamos a dirigir a nuestra comunidad, los que nos han seguido hasta el momento y los que han llegado a participar en el curso.
Para el curso de inversión que hemos tomado como ejemplo, la solución pasa por enfocar nuestra formación a un cambio en la forma de ver el mercado económico.
En el mundo de las inversiones bursátiles se puede ganar cuando los índices suben, pero también cuando los índices bajan.
Si cuando creamos el curso sólo pensamos en formar a las personas ...