«Bienaventurados ustedes, cuando los hombres los odien, y los excluyan, y los insulten, y

desprecien su nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y

salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo» Lc 6,22-23.

«Y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos»

Lc 6,19.

«Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido hacer en sábado, hacer el bien o el

mal, salvar a una vida o destruirla?» Lc 6,9.

«Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío» Lc 14,27.

«El Hijo del hombre es Señor del sábado» Lc 6,5.

«Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo reventará los odres y se

derramará, y los odres se estropearán. A vino nuevo, odres nuevos» Lc 5,37-38.

«No temas, desde ahora serás pescador de hombres» Lc 5,10.

«Es necesario que proclame el Reino de Dios también en los otros pueblos, para esto he sido enviado» Lc 4,43.

«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas» Mt 13,31-32.

«Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz» Lc 1,78-79.