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Había una vez un anciano sabio que vivía en una pequeña aldea rodeada de montañas. El anciano que era respetado por todos era conocido además por su capacidad para predecir el futuro y por sus habilidad para ofrecer consejos sabios y perspicaces a todos aquellos que se acercaban a consultarle. Un día, un joven de la aldea que debido a su juventud sufría de arrogancia se acercó al anciano y le pidió que le dijera cuál sería su destino y fortuna
El anciano cerró los ojos y después de algunos minutos de
concentración profunda y abrió los ojos y mirando al joven le dijo.
Mi joven amigo, he de decirte que tu fortuna está en la cima de la montaña que acompaña el poblado donde vives. El joven se llenó de emoción de saber que el viejo sabio le había dado la clave para conocer su destino y rápidamente se dirigió a su pueblo. Una vez llego allí se dirigió a la alta montaña que enmarcaba su pueblo. Preparado con todo lo que necesitaba comenzó a subir por la escarpada ladera de la montaña y a medida que pasaba la jornada se sentía más y más cansado. Después de horas de caminar y trepar con mucha dificultad, muchas veces aferrado con pies y manos a las rocas para no caer al desfiladero, vio como a medio camino a la cima de la montaña se abría un agujero en la superficie rocosa. Su corazón salto de la felicidad y con mayor energía llego hasta la apertura.
Con dificultad se arrastró por la estrecha entrada y después de recorrer varios metros en la oscuridad llego a una gran sala donde la escasa luz que entraba por el agujero hacia relucir algunos objetos dorados. Emocionado encendió una pequeña lampara y frente a sus ojos vio que en aquel lugar había un gran tesoro con decenas de cofres repletos de artículos de oro y joyas. Sin preguntarse siquiera como habría llegado este tesoro a un sitio tan escondido, simplemente comenzó a recoger algunos tesoros para ponerlos en el bolso que llevaba. De pronto vio una nota que estaba sobre uno de los cofres, la tomo y la leyó.
Su sangre se helo inmediatamente. La nota decía. Desafortunado aquel que tome estos tesoros ya que ellos llevan una maldición que condenara a aquel que los toque a sufrir de dolores y sufrimientos permanentes.
El joven que veía tal tesoro a su alcance simplemente ignoró el temor inicial y riéndose siguió guardando las joyas preciosas y el oro que pudiera llevar.
De bajada de la montaña, el joven hacia cuentas de cuantas haciendas compraría y de cuantas cabezas de ganado tendría. Sentía que todo su destino estaría definido a partir de aquel instante.
Cuando llegó al pueblo fue directamente a su casa y esparciendo el tesoro en su habitación hizo llamar a su esposa y le contó su aventura. Le contó cómo había ido donde el viejo adivino y como este le había indicado dónde encontrar el tesoro que definiría su destino. Luego le contó cómo había subido a la montaña y como había encontrado la cueva. La joven escuchó atentamente, pero en su corazón una duda comenzó a crecer ya que le preocupaba la nota que había encontrado su esposo en la cueva.
Durante la noche sonidos extraños comenzaron a surgir dentro de la casa y entre las diferentes habitaciones extrañas sombras rodearon a la pareja. De pronto el joven se sintió enfermo y su esposa comenzó a sentir el malestar propio de una enfermedad.
Desesperada y aterrada por lo que estaba sucediendo corrió donde un vecino buscando ayuda y este al recibirla también se sintió enfermo y pronto todo el pueblo cayó preso de una extraña maldición.
Cuando llegó el nuevo día todo el pueblo estaba moribundo y la joven esposa que presuponía el origen de aquel mal en aquella nota, decidió ir corriendo a donde el viejo sabio. Cuando llego a el le preguntó porque había enviado a su esposo a buscar la muerte en la ladera de aq
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Había una vez un anciano sabio que vivía en una pequeña aldea rodeada de montañas. El anciano que era respetado por todos era conocido además por su capacidad para predecir el futuro y por sus habilidad para ofrecer consejos sabios y perspicaces a todos aquellos que se acercaban a consultarle. Un día, un joven de la aldea que debido a su juventud sufría de arrogancia se acercó al anciano y le pidió que le dijera cuál sería su destino y fortuna
El anciano cerró los ojos y después de algunos minutos de
concentración profunda y abrió los ojos y mirando al joven le dijo.
Mi joven amigo, he de decirte que tu fortuna está en la cima de la montaña que acompaña el poblado donde vives. El joven se llenó de emoción de saber que el viejo sabio le había dado la clave para conocer su destino y rápidamente se dirigió a su pueblo. Una vez llego allí se dirigió a la alta montaña que enmarcaba su pueblo. Preparado con todo lo que necesitaba comenzó a subir por la escarpada ladera de la montaña y a medida que pasaba la jornada se sentía más y más cansado. Después de horas de caminar y trepar con mucha dificultad, muchas veces aferrado con pies y manos a las rocas para no caer al desfiladero, vio como a medio camino a la cima de la montaña se abría un agujero en la superficie rocosa. Su corazón salto de la felicidad y con mayor energía llego hasta la apertura.
Con dificultad se arrastró por la estrecha entrada y después de recorrer varios metros en la oscuridad llego a una gran sala donde la escasa luz que entraba por el agujero hacia relucir algunos objetos dorados. Emocionado encendió una pequeña lampara y frente a sus ojos vio que en aquel lugar había un gran tesoro con decenas de cofres repletos de artículos de oro y joyas. Sin preguntarse siquiera como habría llegado este tesoro a un sitio tan escondido, simplemente comenzó a recoger algunos tesoros para ponerlos en el bolso que llevaba. De pronto vio una nota que estaba sobre uno de los cofres, la tomo y la leyó.
Su sangre se helo inmediatamente. La nota decía. Desafortunado aquel que tome estos tesoros ya que ellos llevan una maldición que condenara a aquel que los toque a sufrir de dolores y sufrimientos permanentes.
El joven que veía tal tesoro a su alcance simplemente ignoró el temor inicial y riéndose siguió guardando las joyas preciosas y el oro que pudiera llevar.
De bajada de la montaña, el joven hacia cuentas de cuantas haciendas compraría y de cuantas cabezas de ganado tendría. Sentía que todo su destino estaría definido a partir de aquel instante.
Cuando llegó al pueblo fue directamente a su casa y esparciendo el tesoro en su habitación hizo llamar a su esposa y le contó su aventura. Le contó cómo había ido donde el viejo adivino y como este le había indicado dónde encontrar el tesoro que definiría su destino. Luego le contó cómo había subido a la montaña y como había encontrado la cueva. La joven escuchó atentamente, pero en su corazón una duda comenzó a crecer ya que le preocupaba la nota que había encontrado su esposo en la cueva.
Durante la noche sonidos extraños comenzaron a surgir dentro de la casa y entre las diferentes habitaciones extrañas sombras rodearon a la pareja. De pronto el joven se sintió enfermo y su esposa comenzó a sentir el malestar propio de una enfermedad.
Desesperada y aterrada por lo que estaba sucediendo corrió donde un vecino buscando ayuda y este al recibirla también se sintió enfermo y pronto todo el pueblo cayó preso de una extraña maldición.
Cuando llegó el nuevo día todo el pueblo estaba moribundo y la joven esposa que presuponía el origen de aquel mal en aquella nota, decidió ir corriendo a donde el viejo sabio. Cuando llego a el le preguntó porque había enviado a su esposo a buscar la muerte en la ladera de aq