Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

464. La Aurora Boreal


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Había una vez, en las frías tierras del norte, un pequeño pueblo llamado Aurora. Este lugar se encontraba justo en el corazón de la región donde la naturaleza baila con colores y luces mágicas en el cielo: la aurora boreal.

Los habitantes de Aurora vivían
maravillados por este fenómeno celestial. Cada noche, salían de sus hogares con
los ojos llenos de asombro y esperanza, observando cómo las luces danzantes
pintaban el firmamento con tonalidades de verde, azul y púrpura. La aurora
boreal era el alma del pueblo, un regalo que los conectaba con la belleza y la
magia del universo.

Entre los habitantes de Aurora, había una
joven llamada Freya. Ella era una soñadora empedernida que siempre anhelaba
descubrir los secretos detrás de la aurora boreal. Por años los científicos habían
visitado aurora y habían estudiado con cuidado como se formaba las luces del
norte que tanto maravillaban a los habitantes de aurora. Los científicos habían
llenado páginas y páginas de estudios y habían llegado a la conclusión de que esas
luces mágicas eran el resultado de la danza entre el viento solar y la
magnetósfera de la Tierra. Las partículas cargadas del sol interactuaban con
los polos magnéticos, creando un espectáculo de luces en el cielo nocturno.

A diferencia de los demás, que se conformaban con contemplarla desde la distancia y aceptar la explicación de los eruditos que describían la fuente de las luces, Freya deseaba adentrarse en el misterio de esas luces danzantes.

Un día, mientras exploraba los alrededores
del pueblo, Freya se encontró con un anciano sabio que había vivido allí
durante muchas décadas. El anciano, cuyos ojos parecían reflejar los colores de
la aurora, reconoció el anhelo en los ojos de Freya y decidió ayudarla a
encontrar lo que buscaba.

Guiada por el anciano, Freya emprendió un
viaje hacia las regiones más remotas del norte. Juntos, atravesaron bosques
nevados, montañas majestuosas y ríos helados más allá de los confines de su
pueblo. Freya se enfrentó a desafíos y superó obstáculos con valentía y
determinación, impulsada por su deseo de acercarse a la aurora boreal.

Finalmente, llegaron a un lugar sagrado,
donde el anciano reveló a Freya el mayor secreto de la aurora boreal. En el
centro mismo de las montañas había un valle mágico, un valle que pese a
encontrarse bien al norte tenia siempre una misma temperatura. Las montañas a
su alrededor lo protegían de los vientos y nunca se cubría con nieve. Por el
medio del valle discurría un rio multicolor que servia de fuente de vida a especies
de animales que habían desaparecido de otros lugares de la tierra, pero que en
aquel valle encontraban refugio. 

En este valle de verdes pastos, aguas multicolores y animales mitológicos existía un fenómeno aún más maravilloso. De las montañas bajaba durante las horas de la tarde, cuando ya casi el sol se iba a ocultar,  una manada de unicornios que se reunian en el centro mismo del valle junto a las aguas del rio. Allí comenzaban a beber de las aguas multicolores  y mientras bebían sus cuernos tocaban las aguas y estos se teñian del color de las aguas,. Luego, ante el asombro de Freya, los unicornios formaron un circulo y juntando las puntas de sus cuernos empapadas en agua colorida se frotaban unos a otros formando una densa bruma multicolor. Luego de las alturas bajaban una bandada de ave fénix que con sus plumas de fuego rodeaban la neblina multicolor encendiéndola y formando un torbellino de lenguas de luces que ascendían vertiginosamente sobre las montañas y así siempre dirigidas por la bandada de ave fénix  danzaban triunfantes y maravillosas debajo de las estrellas del firmamento. 

El anciano  pues le enseñó a Fre

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Había una vez...Un cuento, un mito y una leyendaBy Juan David Betancur Fernandez

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