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Juan David Betancur
[email protected]
Había una vez un muchacho que desde pequeño había querido ser guerrero. Sus padres lo habían visto crecer siempre con la idea de luchar y demostrar su valentía en las batallas. Obviamente los padres temían que algún día el muchacho terminara yéndose a luchar alguna de tantas guerras que existían… Nunca faltaban guerras. Pero su mayor temor era que algún día le llegaran noticia de que hubiera muerto en alguna batalla.
Cuando el joven cumplió la mayoría de edad, le comunico a los padres que ya estaba listo y que se iba a enlistar como soldado en el ejército y que seguramente en poco tiempo estaría viajando a algún lugar extraño a pelear por el honor de la patria.
Sus padres con tristeza vieron como su hijo se despedía de ellos en la puerta y tomaba el rumbo de la guerra.
El muchacho estuvo rápidamente en una batalla y nada le sucedió. Luego fue enviado a otra batalla y de nuevo afortunadamente nada le paso. Con el tiempo se acostumbró a ser un hombre de la guerra y participar en cuantas batallas fueran necesarias. Su deseo desde niño se había vuelto realidad. Había viajado de lugar en lugar guerreando con gran capacidad y había enfrentado el destino sin haber sufrido el más mínimo rasguño.
Después de algunos años, en el fragor de una batalla, el muchacho tuvo un presentimiento. Sintió que todo lo que veía a su alrededor le pronosticaba un cambio radical de suerte. Sentía que la muerte lo estaba acechando y que sus días como guerrero se aproximaban al final. Se vio luchando ya no contra los otros hombres de los otros ejércitos sino contra la muerte misma.
Afortunadamente en aquella batalla no sufrió ninguna herida y pudo regresar al cuartel general sano y sin ningún rasguño. Pero en su alma se había asentado un temor. Por primera vez había considerado la posibilidad de morir.
Decidio ir a su casa y abrazar a sus padres. Sentia que ya sus sueños de combatir estaban calmados y que estaría preparado para llevar una vida honorable junto a sus progenitores. Fue donde el comandante del ejército y le pidió la baja. Le explico que sentía que en cualquier momento podía morir y que no quería seguir tomando ese riesgo.
El comandante, que lo había visto pelear y batallar en múltiples ocasiones sintió que perdía un gran hombre y guerrero, pero entendía la situación. Después de agradecerle le dejo ir.
El joven guerrero tomo su camino hacia su hogar de origen. Después de varios días de camino llego a una encrucijada en el camino donde no sabía que camino seguir. Afortunadamente en ese momento vio pasar una persona vestida toda de negro y de capucha negra que iba recorriendo el camino. Lo detuvo y le pregunto que si el sabía cuál de los caminos conducían a su lugar natal. El viajero le contesto. Si claro precisamente voy hacia allí, simplemente sígame. El viajero de andar cansino siguió caminando y el joven comenzó a caminar a su lado.
Después de un silencio el joven guerrero le dijo. Y dígame que lo trae por estos lados.
Desde lo profundo de su capucha negra el viajero dijo. Vengo a recoger a alguien que llevo mucho tiempo buscando. Lo he tratado de ubicar en muchos lugares por varios años, pero desafortunadamente cuando estoy cerca se ha marchado hacia otro lugar. Tengo que decir que muchos de estos lugares están plagados de soldados luchando y por eso cuando estoy cerca no soy capaz de identificar la presencia misma de este que estoy buscando.
Sin embargo, he decidido que debo cambiar de estrategia. Si esta persona es tan afecta a viajar de lado a lado, para estar en los lugares de las guerras y son muchos los lugares, prefier
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Juan David Betancur
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Había una vez un muchacho que desde pequeño había querido ser guerrero. Sus padres lo habían visto crecer siempre con la idea de luchar y demostrar su valentía en las batallas. Obviamente los padres temían que algún día el muchacho terminara yéndose a luchar alguna de tantas guerras que existían… Nunca faltaban guerras. Pero su mayor temor era que algún día le llegaran noticia de que hubiera muerto en alguna batalla.
Cuando el joven cumplió la mayoría de edad, le comunico a los padres que ya estaba listo y que se iba a enlistar como soldado en el ejército y que seguramente en poco tiempo estaría viajando a algún lugar extraño a pelear por el honor de la patria.
Sus padres con tristeza vieron como su hijo se despedía de ellos en la puerta y tomaba el rumbo de la guerra.
El muchacho estuvo rápidamente en una batalla y nada le sucedió. Luego fue enviado a otra batalla y de nuevo afortunadamente nada le paso. Con el tiempo se acostumbró a ser un hombre de la guerra y participar en cuantas batallas fueran necesarias. Su deseo desde niño se había vuelto realidad. Había viajado de lugar en lugar guerreando con gran capacidad y había enfrentado el destino sin haber sufrido el más mínimo rasguño.
Después de algunos años, en el fragor de una batalla, el muchacho tuvo un presentimiento. Sintió que todo lo que veía a su alrededor le pronosticaba un cambio radical de suerte. Sentía que la muerte lo estaba acechando y que sus días como guerrero se aproximaban al final. Se vio luchando ya no contra los otros hombres de los otros ejércitos sino contra la muerte misma.
Afortunadamente en aquella batalla no sufrió ninguna herida y pudo regresar al cuartel general sano y sin ningún rasguño. Pero en su alma se había asentado un temor. Por primera vez había considerado la posibilidad de morir.
Decidio ir a su casa y abrazar a sus padres. Sentia que ya sus sueños de combatir estaban calmados y que estaría preparado para llevar una vida honorable junto a sus progenitores. Fue donde el comandante del ejército y le pidió la baja. Le explico que sentía que en cualquier momento podía morir y que no quería seguir tomando ese riesgo.
El comandante, que lo había visto pelear y batallar en múltiples ocasiones sintió que perdía un gran hombre y guerrero, pero entendía la situación. Después de agradecerle le dejo ir.
El joven guerrero tomo su camino hacia su hogar de origen. Después de varios días de camino llego a una encrucijada en el camino donde no sabía que camino seguir. Afortunadamente en ese momento vio pasar una persona vestida toda de negro y de capucha negra que iba recorriendo el camino. Lo detuvo y le pregunto que si el sabía cuál de los caminos conducían a su lugar natal. El viajero le contesto. Si claro precisamente voy hacia allí, simplemente sígame. El viajero de andar cansino siguió caminando y el joven comenzó a caminar a su lado.
Después de un silencio el joven guerrero le dijo. Y dígame que lo trae por estos lados.
Desde lo profundo de su capucha negra el viajero dijo. Vengo a recoger a alguien que llevo mucho tiempo buscando. Lo he tratado de ubicar en muchos lugares por varios años, pero desafortunadamente cuando estoy cerca se ha marchado hacia otro lugar. Tengo que decir que muchos de estos lugares están plagados de soldados luchando y por eso cuando estoy cerca no soy capaz de identificar la presencia misma de este que estoy buscando.
Sin embargo, he decidido que debo cambiar de estrategia. Si esta persona es tan afecta a viajar de lado a lado, para estar en los lugares de las guerras y son muchos los lugares, prefier