Los maestros de Dios reconocen que las ilusiones no pueden tener efectos. La verdad que se encuentra en sus mentes se extiende hasta la verdad que se encuentra en las mentes de sus hermanos, y de este modo no refuerzan sus ilusiones. Así éstas se llevan ante la verdad; la verdad no se lleva ante ellas. Y de esta manera se disipan, no por medio de la voluntad de otro, sino por medio de la única Voluntad que existe en unión Consigo Misma. Ésta es la función de los maestros de Dios: no ver voluntad alguna separada de la suya, ni la suya separada de la de Dios.