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Juan David Betancur
[email protected]
Había una vez un hombre que desde muy joven había decidido que no iba a morir. Cuando la muerte se enteró de dicho desafío se sintió ofendida ya que nadie antes se había atrevido a disputarle su poder de recoger a quien quisera cuando quisiera, sin embargo, el hombre invocó al sueño para que lo protegiera.
El sueño escucho al hombre pidiéndole que no lo dejara llevar por la muerte y esta le juro que nunca permitiría que la muerte se lo llevara, que solamente dormiría.
Así pasaron muchas ocasiones en las que aquel hombre era buscado por la muerte, pero siempre el sueño lo cubría para que la muerte no lo encontrara. Cada vez que la muerte se aproximaba a el hombre que había jurado no morir, el sueño se apoderaba de el y la muerte no lo podía tomar ya que cuando llegaba a su casa este estaba ya en brazos de Morfeo totalmente dormido en su cama. Y la muerte se regresaba sin su victima furiosa.
Por años la lucha se mantuvo, El sueño estaba día a día alerta de las intenciones de la muerte de reclamar la vida de aquel hombre y la muerte estaba todos los días pendiente de que el sueño le diera una oportunidad y se descuidara para entrar a tomar la vida de aquel hombre.
Era pues una disputa permanente y que por ahora el sueño había logrado ganar. La muerte sabía que tenía que cambiar de estrategia.
Así que hábil y astuta como era la muerte decidio que se jugaría su carta final.
Aquel hombre se levantó aquella mañana como todas las mañanas y se dirigió hacia su trabajo como todos los días, pero noto algo muy extraño, Su trabajo que siempre había sido placido, tranquilo y sin mayores problemas era ese día mucho más complicado, cada segundo era más intenso y cada decisión más difícil, pero siguió haciendo su trabajo pese a las dificultades. Pasaron las horas y cuando llego el momento de salir de su trabajo sentía un cansancio que no había sentido nunca antes.
Cuando llego a su casa por la noche encontró que todo en su casa estaba hecho un desastre debido a que las tuberías del agua habían explotado. El hombre al ver el estado de su casa dedico la noche entera a secar, limpiar y a organizar. Y después de horas finalmente logro arreglar todo en su casa.
Y allí en medio de la sala de su casa, a media noche, se sintió muy cansado, tan cansado como nunca antes se había sentido en su vida. Y comenzó a caminar hacia el refugio de su habitación donde el sueño lo esperaba. Pero allí en el medio del pasillo cayo dormido… para siempre. La muerte había logrado engañar finalmente al sueño en su propio juego.
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Juan David Betancur
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Había una vez un hombre que desde muy joven había decidido que no iba a morir. Cuando la muerte se enteró de dicho desafío se sintió ofendida ya que nadie antes se había atrevido a disputarle su poder de recoger a quien quisera cuando quisiera, sin embargo, el hombre invocó al sueño para que lo protegiera.
El sueño escucho al hombre pidiéndole que no lo dejara llevar por la muerte y esta le juro que nunca permitiría que la muerte se lo llevara, que solamente dormiría.
Así pasaron muchas ocasiones en las que aquel hombre era buscado por la muerte, pero siempre el sueño lo cubría para que la muerte no lo encontrara. Cada vez que la muerte se aproximaba a el hombre que había jurado no morir, el sueño se apoderaba de el y la muerte no lo podía tomar ya que cuando llegaba a su casa este estaba ya en brazos de Morfeo totalmente dormido en su cama. Y la muerte se regresaba sin su victima furiosa.
Por años la lucha se mantuvo, El sueño estaba día a día alerta de las intenciones de la muerte de reclamar la vida de aquel hombre y la muerte estaba todos los días pendiente de que el sueño le diera una oportunidad y se descuidara para entrar a tomar la vida de aquel hombre.
Era pues una disputa permanente y que por ahora el sueño había logrado ganar. La muerte sabía que tenía que cambiar de estrategia.
Así que hábil y astuta como era la muerte decidio que se jugaría su carta final.
Aquel hombre se levantó aquella mañana como todas las mañanas y se dirigió hacia su trabajo como todos los días, pero noto algo muy extraño, Su trabajo que siempre había sido placido, tranquilo y sin mayores problemas era ese día mucho más complicado, cada segundo era más intenso y cada decisión más difícil, pero siguió haciendo su trabajo pese a las dificultades. Pasaron las horas y cuando llego el momento de salir de su trabajo sentía un cansancio que no había sentido nunca antes.
Cuando llego a su casa por la noche encontró que todo en su casa estaba hecho un desastre debido a que las tuberías del agua habían explotado. El hombre al ver el estado de su casa dedico la noche entera a secar, limpiar y a organizar. Y después de horas finalmente logro arreglar todo en su casa.
Y allí en medio de la sala de su casa, a media noche, se sintió muy cansado, tan cansado como nunca antes se había sentido en su vida. Y comenzó a caminar hacia el refugio de su habitación donde el sueño lo esperaba. Pero allí en el medio del pasillo cayo dormido… para siempre. La muerte había logrado engañar finalmente al sueño en su propio juego.