En este capítulo hablo de la decisión más difícil que he tomado en mucho tiempo: no correr mi maratón.
No por falta de ganas, ni por falta de condición, sino porque mi cuerpo me pidió algo que mi ego no quería escuchar.

Aquí hablo de lesiones sin drama y sin victimismo: desde la ciencia, la responsabilidad y la madurez.
De por qué las lesiones no empiezan donde duele, de cómo el cuerpo avisa semanas antes, y de lo que realmente ocurre cuando ignoramos señales por seguir un plan que ya no se adapta a nosotros.

También hablo de la parte psicológica:
del miedo a detenernos, del sesgo de “progreso perdido”, de la identidad del corredor, del ego que empuja y del cuerpo que protege.
Y comparto herramientas prácticas para aprender a pausar sin sentir que fracasas.

Este capítulo es para quien está dolido, frustrado o asustado.
Para quien necesita escuchar que aplazar un sueño no es renunciar, y que a veces parar a tiempo es lo que realmente te salva.