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Tal y como he argumentado anteriormente, Bitcoin es un organismo vivo. Pero dónde vive este organismo vivo exactamente? Así como con muchas otras preguntas del mundo de Bitcoin, las respuestas exactas son difíciles de obtener. Los seres vivos tienen límites difusos: sus comienzos y sus finales son difíciles de precisar, la diferenciación es más o menos arbitraria, y lo que se puede clasificar como un lobo a día de hoy puede evolucionar a ser un perro el día de mañana.
Bitcoin no tiene especificaciones rígidas, finalidad absoluta, equipo de desarrollo, garantías de seguridad finales, actualizaciones programadas, cerebro central, visión central, reyes, o reguladores. Es un organismo descentralizado, que evoluciona orgánicamente sin planificadores centrales. La falta de cualquier centralización es la fuente de la belleza de Bitcoin, su comportamiento orgánico, y su resiliencia.
Bitcoin está en todas partes y en ninguna, lo que hace que adivinar dónde vive esta cosa sea una tarea desalentadora. En cambio, parece ser que hay un espacio en el que vive. Múltiples espacios, tal y como veremos.
Mientras clasificar el hábitat de un organismo descentralizado no es algo trivial, podemos observar a los integrantes de Bitcoin para hacer que esta tarea sea un poco más fácil. Como señalado en el último artículo de esta serie, Bitcoin vive entre dominios, con un pie en el reino puro de la información (ideas y código) y con otro pie en el reino físico (gente y nodos).
Un conocimiento del medio ambiente de Bitcoin puede ayudar para entender mejor esta nueva forma de vida. Ningún organismo puede ser debidamente estudiado de forma aislada, y Bitcoin no es una excepción. Como Alan Watts señaló, uno debe tener en cuenta la unidad básica que todos los organismos forman con su entorno.
“El ecologista, el biólogo, y el físico, saben (pero rara vez sienten) que todo organismo constituye un campo único de comportamiento, o proceso, con su entorno. No hay forma de separar lo que cualquier organismo está haciendo de lo que su entorno está haciendo, por esa razón los ecologistas no hablan de organismos en entornos sino entornos orgánicos”
- Alan Watts
Con esto en mente, vamos a echar un vistazo más profundo a los entornos orgánicos con los que estamos tratando. Como indicado anteriormente, las ideas de Bitcoin y su código habitan en un reino, y los participantes de Bitcoin y los nodos habitan en otro. Para seguir la tradición, vamos a llamar al reino físico “mundo terrenal” y al reino de pura información “ciberespacio” (incluso aunque, como siempre, las lineas puedan estar difusas en los límites).
El “alma” de Bitcoin, por decirlo de alguna forma, vive en el ciberespacio. Ahí, Bitcoin absorbe ideas útiles y las incorpora a su código. Como con todos los seres vivos, algo es útil si ayuda al organismo a sobrevivir. Mientras Bitcoin tiene varios mecanismos auto-regulatorios para reaccionar al entorno, nuevas ideas pueden ser necesarias para la supervivencia si los cambios son suficientemente drásticos.
El “cuerpo” de Bitcoin, como todos los cuerpos, vive en el mundo terrenal. Nodos, discos duros, cables, y otras cosas se juntan en un intrincado baile, empujando electrones, cambiando de ceros a unos y vicevers
Tal y como he argumentado anteriormente, Bitcoin es un organismo vivo. Pero dónde vive este organismo vivo exactamente? Así como con muchas otras preguntas del mundo de Bitcoin, las respuestas exactas son difíciles de obtener. Los seres vivos tienen límites difusos: sus comienzos y sus finales son difíciles de precisar, la diferenciación es más o menos arbitraria, y lo que se puede clasificar como un lobo a día de hoy puede evolucionar a ser un perro el día de mañana.
Bitcoin no tiene especificaciones rígidas, finalidad absoluta, equipo de desarrollo, garantías de seguridad finales, actualizaciones programadas, cerebro central, visión central, reyes, o reguladores. Es un organismo descentralizado, que evoluciona orgánicamente sin planificadores centrales. La falta de cualquier centralización es la fuente de la belleza de Bitcoin, su comportamiento orgánico, y su resiliencia.
Bitcoin está en todas partes y en ninguna, lo que hace que adivinar dónde vive esta cosa sea una tarea desalentadora. En cambio, parece ser que hay un espacio en el que vive. Múltiples espacios, tal y como veremos.
Mientras clasificar el hábitat de un organismo descentralizado no es algo trivial, podemos observar a los integrantes de Bitcoin para hacer que esta tarea sea un poco más fácil. Como señalado en el último artículo de esta serie, Bitcoin vive entre dominios, con un pie en el reino puro de la información (ideas y código) y con otro pie en el reino físico (gente y nodos).
Un conocimiento del medio ambiente de Bitcoin puede ayudar para entender mejor esta nueva forma de vida. Ningún organismo puede ser debidamente estudiado de forma aislada, y Bitcoin no es una excepción. Como Alan Watts señaló, uno debe tener en cuenta la unidad básica que todos los organismos forman con su entorno.
“El ecologista, el biólogo, y el físico, saben (pero rara vez sienten) que todo organismo constituye un campo único de comportamiento, o proceso, con su entorno. No hay forma de separar lo que cualquier organismo está haciendo de lo que su entorno está haciendo, por esa razón los ecologistas no hablan de organismos en entornos sino entornos orgánicos”
- Alan Watts
Con esto en mente, vamos a echar un vistazo más profundo a los entornos orgánicos con los que estamos tratando. Como indicado anteriormente, las ideas de Bitcoin y su código habitan en un reino, y los participantes de Bitcoin y los nodos habitan en otro. Para seguir la tradición, vamos a llamar al reino físico “mundo terrenal” y al reino de pura información “ciberespacio” (incluso aunque, como siempre, las lineas puedan estar difusas en los límites).
El “alma” de Bitcoin, por decirlo de alguna forma, vive en el ciberespacio. Ahí, Bitcoin absorbe ideas útiles y las incorpora a su código. Como con todos los seres vivos, algo es útil si ayuda al organismo a sobrevivir. Mientras Bitcoin tiene varios mecanismos auto-regulatorios para reaccionar al entorno, nuevas ideas pueden ser necesarias para la supervivencia si los cambios son suficientemente drásticos.
El “cuerpo” de Bitcoin, como todos los cuerpos, vive en el mundo terrenal. Nodos, discos duros, cables, y otras cosas se juntan en un intrincado baile, empujando electrones, cambiando de ceros a unos y vicevers