De la abundancia del corazón, habla la boca (Lc. 6,45)
"Así como las buenas palabras inflaman el corazón, encienden la voluntad, edifican al prójimo y aumentan el divino amor; de la misma suerte las palabras vanas y ociosas derraman al hombre, apagan el fervor, enfrían la devoción y disipan el espíritu....", dice Reginaldo en los Ejercicios Espirituales a las religiosas.
¡Cuán importante son nuestras palabras, gestos y actitudes! para poder encontrarnos con el otro, relacionarnos y tejer redes. Nutridos en el Corazón de Jesús, llenar nuestro corazón de su presencia de su amor, palabras y gestos.