
Sign up to save your podcasts
Or


Nos compartía el Papa Francisco en la audiencia general del miércoles 21 de mayo del 2014: «Cuando se habla de ciencia, el pensamiento se dirige inmediatamente a la capacidad del hombre de conocer cada vez mejor la realidad que lo rodea y descubrir las leyes que rigen la naturaleza y el universo. La ciencia que viene del Espíritu Santo, sin embargo, no se limita al conocimiento humano: es un don especial, que nos lleva a captar, a través de la creación, la grandeza y el amor de Dios y su relación profunda con cada creatura. Ante todo esto el Espíritu nos conduce a alabar al Señor desde lo profundo de nuestro corazón y a reconocer, en todo lo que tenemos y somos, un don inestimable de Dios y un signo de su infinito amor por nosotros. » Al astrónomo Kepler le gustaba decir: «Estoy volviendo a pensar los pensamientos de Dios», al trabajar en sus descubrimientos de astronomía. También el don de ciencia nos permite juzgar rectamente de las cosas creadas, entender el mundo en Dios, descubrir la belleza de Dios en la criatura, nos dice el obispo Munilla. Y algo muy importante es que nos concede hacer de nuestro trabajo, de nuestra profesión, un lugar de encuentro con Dios. Vivir el trabajo como algo a lo que estamos plenamente vocacionados, y podamos gozarnos, disfrutarlo,…que el trabajo sea un escenario en el que colaboremos en la transformación del mundo según Dios lo ha soñado. Todo esto lo concede el don de ciencia. Vivirlo, disfrutarlo y trasmitirlo en familia un reto precioso en este tiempo del Espíritu.
By SecretariadoNos compartía el Papa Francisco en la audiencia general del miércoles 21 de mayo del 2014: «Cuando se habla de ciencia, el pensamiento se dirige inmediatamente a la capacidad del hombre de conocer cada vez mejor la realidad que lo rodea y descubrir las leyes que rigen la naturaleza y el universo. La ciencia que viene del Espíritu Santo, sin embargo, no se limita al conocimiento humano: es un don especial, que nos lleva a captar, a través de la creación, la grandeza y el amor de Dios y su relación profunda con cada creatura. Ante todo esto el Espíritu nos conduce a alabar al Señor desde lo profundo de nuestro corazón y a reconocer, en todo lo que tenemos y somos, un don inestimable de Dios y un signo de su infinito amor por nosotros. » Al astrónomo Kepler le gustaba decir: «Estoy volviendo a pensar los pensamientos de Dios», al trabajar en sus descubrimientos de astronomía. También el don de ciencia nos permite juzgar rectamente de las cosas creadas, entender el mundo en Dios, descubrir la belleza de Dios en la criatura, nos dice el obispo Munilla. Y algo muy importante es que nos concede hacer de nuestro trabajo, de nuestra profesión, un lugar de encuentro con Dios. Vivir el trabajo como algo a lo que estamos plenamente vocacionados, y podamos gozarnos, disfrutarlo,…que el trabajo sea un escenario en el que colaboremos en la transformación del mundo según Dios lo ha soñado. Todo esto lo concede el don de ciencia. Vivirlo, disfrutarlo y trasmitirlo en familia un reto precioso en este tiempo del Espíritu.