Muere el silencio al despertar locuras, memorias, como un fiel confidente de amores y desventuras. Y una vez más, inspirando nostalgias, atrevimientos, siempre en un inoportuno llevar del regocijo a la melancolía, ineludibles palabras a las que obligas. Maldita música. Incierta en una proximidad que asombra a la palabra, en un corazón a ciegas, en unos días olvidada -que no la voz- y recordada nuevamente en un corazón a ciegas. Maldita música...

Como ciegas son las manos extendidas dilatando los brazos hacia un codiciado abrazo. Como ciegos son los labios, separados, abriendo senda a la oración muda. Como ciegos son los pasos, lentos, rápidos, torpes, desorientados. Como ciega es la piel, insensible al tacto cercano, pero cargada de memoria. Maldita música.

Corazones latiendo a ciegas, obstinados, qué más se duelen desvanecidos por un olvido, qué más se alegran vivos por un recuerdo.

La Frontera Perdida. Más que música: un universo de emociones.

Al Conti, Roger Subirana, Enigma, Luna Firma, Christine Ott, Mike Oldfield, Claus Marcuslund.