A medida que el maestro de Dios avanza en su formación, aprende más concienzudamente una lección: a no tomar decisiones por su cuenta. En lugar de ello, le pide a su Maestro Su respuesta, y es ésta la que sigue como guía para sus acciones. Esto le resulta cada vez más fácil, a medida que aprende a abandonar sus propios juicios. Abandonar todo juicio---el requisito previo para poder oír la Voz de Dios---es normalmente un proceso bastante lento, no porque sea difícil, sino porque se tiende a percibir como una afrenta. El entrenamiento del mundo tiene por meta de logro de un objetivo diametralmente opuesto al de nuestro programa.