Luego de dos ediciones en Europa, en 1962 la Copa Mundial de la FIFA volvió a Sudamérica para celebrarse en Chile. Aunque un terremoto en 1960 peligró la disputa del torneo, el país del suroeste del continente supo recuperarse a tiempo para recibir uno de los mundiales más violentos de la historia. Patadas, expulsiones, piñas y lesionados se entremezclaron con una nueva gloria de la canarinha de Pelé, aunque esta vez sin su astro, lesionado, y bajo la tutela de Garrincha y Vavá.