Tefilah 9 - Hasta ahora, desde la brajáh "Atáh Jonén", la primera de la sección central de nuestra tefiláh, en la que pedimos sabiduría, hasta "mekabéts nidjéi amó", en que pedimos la reunificación de todas nuestras partes en una única unidad armónica, realizamos un recorrido de siete brajót abundantes en solicitudes para nuestro interior, ya personal o colectivo. Ya sabemos que la tefiláh es paralela a la vida misma: el pedir forma parte del hacer, y ambos caminan en el mismo sentido.
Concedidos que presumimos nuestros pedidos, nos encontramos en situación inmejorable: pertrechados de sabiduría y entendimiento, capaces de discernir correctamente entre bien y mal, beneficiarios de la piedad del Creador y capaces de piedad a nuestra vez, salvados y redimidos, y por todo lo anterior sanos, y entonces bellos. Incluso se nos ha concedido la proyección temporal hacia el "nétsaj" y la proyección espacial del "hód" de este estado idílico al que amanecemos.
Entonces, llega el momento de una nueva etapa, que emprendimos en la brajáh "Hashivah shofteinu", que estudiamos en la clase pasada. Esa será la primera de cinco brajót que apuntan a enmendar nuestro entorno, y ponerlo a la altura de los nuevos desafíos que estamos llamados a asumir, una vez que "nos hemos enmendado" a nosotros mismos. En "Hashivah shofteinu", pedimos ser gobernados por un gobierno afirmado en la Verdad y la Justicia, un gobierno inspirado en la Toráh y en la palabra de Hashém.
Y desde que ya contamos con que tal gobierno habrá de sernos concedido, procedemos hoy a pedir ser liberados del mal: "Velamalshiním", la primer brajáh que estudiamos hoy, expone ante Hashém los tres niveles de mal que nos rodean, y cómo solicitamos ante El que se los trate. Hay malvados redimibles, para quienes pedimos la paz interior necesaria para su rehabilitación; hay enemigos del Bien cuya enemistad está incrustada en la naturaleza de su alma, y ninguna posibilidad tienen de enmienda en este mundo; y hay altivos que gustan de hacer el mal con alevosía aún sin recibir ningún beneficio por ello, de quienes es necesario borrar hasta el último rastro de sus memorias.
Y entonces, por fin, nos hallaremos en un mundo listo a la enmienda, ya en pleno proceso de GueUláh. Un mundo (ya interior a cada uno, ya el de la propia familia, el pueblo, la humanidad entera) que hay que empezar a organizar ahora con placer, exentos por fin de la lucha constante con el mal. Por eso, en la brajáh siguiente, "Al hatsadikím...", pedimos ser capaces de reconocer hasta qué punto hemos sido atendidos por Hashém, ser capaces de observar el cambio que se ha producido en nosotros; y desde ese conocimiento, ser capaces de exhibir e incidir en nuestro mundo, en nuestros días, con un ejemplo de Bien.
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