Para la mayoría la incertidumbre no ha cesado, para muchos, el dolor será infinito, mientras otros, con la tele de chupete, sostendrán hasta que les toque, que todo esto es una mentira y un gran negocio vaya uno a saber financiado por quien…

Otros, en tanto, intentaremos apropiarnos, apenas, de nosotros mismos…

El dolor, la angurria, el hambre, la enfermedad y hasta la cura, son rasgos de un mundo, caracterizado por elegir sigilosamente, a quien brindar oportunidades. Elección que muchas veces, aunque algunos jamás lo admitirán, suele ganarse por contactos, más que por habilidades.

Cuán fácil y simple es para el hombre, juzgar al otro, qué simple es para el humano, atar con palabras, sentenciar con soberbia, el andar del hermano.

A veces, el parar la pelota, el mirar lejos, el respirar hondo, el pensarnos desde “Adentro”, no son más que la oportunidad de darnos cuenta que somos parte del presente, artesanos de nuestra propia historia…

No estamos programados para ser el pobre, ni el feo, ni el malo, ni el dolorido, ni el enfermo, ni mucho menos, el muerto… porque casi por instinto, el responsable, el culpable, el golpeado, el desafortunado, es el otro…

Sucede que los cimbronazos, no nos sacuden a todos igual, porque no todos estábamos iguales, sobre todo ahora, que nos toca mirarnos, desde “Adentro”

Tras los anuncios de Cuarentena, en vísperas del encierro, aparecen las dudas, que generan amargas sensaciones de incertidumbre…¿Aceptará lo que pasó y lo que vendrá?

Cuando todo parece seguro, monótono, aburrido, estandarizado, mecanizado… las emociones, los gustos, los disgustos, las broncas, los amores… aparecen los golpes, los temblores, que nos obligan a parar de repente .... abrir los ojos, sacudir el alma.

El trajín diario, las obligaciones, los compromisos, la rutina, nos saturan, nos oprimen, nos ahogan…¿será realmente eso?