El 15 de marzo, Estados Unidos deportó a 238 venezolanos a El Salvador para ser encarcelados en el Centro de Confinamiento del Terrorismo. Al hacerlo violó los derechos de estos migrantes y desobedeció la orden en contrario de un juez federal. El caso, repleto de ambigüedades, cuenta otra historia de autoritarismo, ahora justificado por Estados Unidos.