Alfonso
Córdoba ‘El Brujo’ murió en 2009, a los 82 años, pero aún vive en la memoria
del Chocó, una de
las regiones más hermosas del Pacífico colombiano, poseedora de una cultura
riquísima pese a su pobreza crónica y el tremendo olvido que sufre por parte del
Estado. Con sus canciones, este artista total (era conocido como “el Da
Vinci negro” por su talento en la música pero también por su pericia como escultor
de máscaras, cuentista y mil y una habilidades más) logró inmortalizar la
sabiduría y creatividad de un pueblo que lleva la música en sus corazones.
El sello Palenque
Records, guardián de tantísimas
joyas ocultas de la música colombiana, recupera ahora estas
grabaciones realizadas en Bogotá en 2008, apenas un año antes de su adiós. Son apenas
un puñado de canciones pero su importancia no se puede medir: aquí está un
pedazo de historia, el de cómo la tradición chocoana se mezcló durante décadas
con los ritmos que llegaban de Cuba y otros países hasta Colombia a través
del puerto de Cartagena de Indias.
Ese
trasvase desde el Caribe hasta el Pacífico (en concreto, hasta la ciudad de
Quibdó por el río Atrato) pervive
en estas grabaciones donde el son, la guaracha y el bolero se funden con los
trinos de los pájaros, las percusiones de origen africano y el sonido de las
selvas y los ríos exuberantes del Chocó. Quizá el gran talento de ‘El Brujo’
era su capacidad para transmitir historias a través de la voz, recuperando una
tradición oral milenaria. Vale la pena profundizar en su figura a través de
las grabaciones de campo que hizo el productor
bogotano Lucas Silva (el hombre detrás de Palenque Records) para su
película ‘Rapsodia negra’.
José Fajardo