Cali ha sido durante estos últimos años el volcán que ha agitado las esquirlas ardientes del descontento social por toda Colombia. Más allá de ser el laboratorio de las luchas populares, y de su histórica relación con la salsa, Cali es también hoy el epicentro del neo r&b en español, una escena prácticamente inédita en el país y que ha sido reivindicada por artistas de una nueva generación como Dawer X Damper, también caleños, o desde otras geografías como Lee Eye y Mabiland, e incluso la diáspora, como es el caso de Kali Uchis.

En este circuito tan novedoso como fascinante brilla la luz de un relámpago que apenas comienza a estallar, el de Junior Zamora. Artista total -canta, escribe, produce y toca su propia música-, ya deslumbró con su debut en largo ‘EGO’, de 2022. Ahora regresa con el primer episodio de la trilogía ‘Drama’, donde confirma un talento especial para contar historias con personalidad, melodías pegadizas y un envoltorio visual atractivo y diferente.

Su aparición recuerda a esa escena de hace una década en Madrid en torno a Agorazein -el colectivo de donde salió C. Tangana- por su gusto por un hip hop elegante y sensible, cargado de nostalgia y arreglos electrónicos, que mezcla íntimas historias personales con la crudeza de las calles, saliéndose de lo obvio, y su por exquisito cuidado hacia el envoltorio que rodea a la música, desde los vídeos a la estética. En el caso de Junior Zamora, además, está muy presente su identidad como un joven afro del Pacífico, una de las regiones más desiguales de Colombia, y su pasión por sonidos negros como el soul, el funk, el jazz y hasta el góspel.

José Fajardo.

intenta definir quién es, Nickodemus suele decir que se trata de “un conector”

de personas, sonidos, escenas y hasta de estímulos sensoriales. Es lo que lleva

haciendo desde mediados de los 90 este DJ y productor nacido en 1980 en Nueva

York, que pronto se convirtió en un referente de la entonces mal llamada escena

de la world music

-hoy al fin se está desterrando ese término con connotaciones imperialistas,

que sitúa la otredad en la música que no es de Europa o Norteamérica.

El caso es

que Nickodemus ha ido adaptándose a los cambios en el circuito de la

electrónica global, de las fiestas en la Ibiza más salvaje a las grandes

discotecas comerciales, de los clubes en Beirut a las rumbas callejeras en

Latinoamérica. El rasgo que aún hoy le diferencia es esa idea de conexión,

siempre abierto a trabajar con artistas de lo más diversos. Prueba de ello es

este álbum que ha bautizado como “el más colaborativo de su carrera”, todo un

crisol de los sonidos que hoy hacen bailar al planeta.

Del embriagador

flamenco junto al cantaor y saxofonista español Antonio Lizana en ‘La Noche’ al

funk sexy y contagioso con el vocalista camerunés Pat Kalla, el bajo de

Jonathan Maron, Jungle Fire a los cuernos y Gitkin a la guitarra en ‘Mama

Tchipp (Follow Me)’. A partir de ahí desfilan talentos de diversas

latitudes, conectando Nueva York con América Latina, y de ahí a Europa y

África, como The Illustrious Blacks, Haydee Soul, Candela All Stars, Indigo

Prodigy, Barzo, Jungle Fire Horns… Una bendita locura.

José

Fajardo

En la más importante renovación que ha experimentado la música en España en la historia moderna, la de la reinterpretación de las tradiciones y los sonidos de raíz desde una óptica contemporánea, Galicia juega desde al menos el último lustro un papel protagonista. Con este debut, Fillas de Cassandra se sitúan a la vanguardia de esta escena tan diversa como compacta, donde la solidaridad entre los artistas, en su mayoría de origen alternativo y con proyectos autofinanciados, prima sobre la competencia. 

En las entrevistas Fillas de Cassandra se ofenden por la manía mediática de compararlas estrictamente con otros proyectos formados sólo por mujeres, como Tanxugueiras, y al mismo tiempo se reconocen en el camino que recorre esta banda que se dio a conocer fuera de Galicia gracias a Eurovisión, poniendo en el foco mainstream en esta nueva generación que canta en gallego, recupera instrumentos tradicionales y todo ello desde una visión actual, rabiosamente moderna. Pero su foco es más amplio, va de Baiuca a Berto, Xosé Lois Romero & Aliboria, Guadi Galego, A Banda da Loba, Sheila Patricia, FAIA o Neboa.

La singularidad del proyecto formado en Vigo por María Pérez y Sara Faro, ambas hijas del cambio de siglo, es su carga poética, histórica y social, al recuperar iconos femeninos de la mitología griega -Lisístrata, Antígona, Pandora, Eco o las ninfas Dafne y Syrinx- y vincular sus historias con la nueva lucha feminista. Entre el arte escénico, la performance política y un sonido moderno que mezcla panderetas y gaitas con techno, ‘ACRÓPOLE’ es uno de los discos que mejor capta el espíritu de 2023. 

José Fajardo

Ha pasado tiempos desde que en esta casa hablamos del primer trabajo de la banda barcelonesa de salsa Tromboranga, concretamente diez años. En aquel entonces decía el siempre recordado Enrique Romero que Tromboranga le recordaba a la famosa orquesta neoyorquina de los 70 La Conspiración, un buen ejemplo de la convivencia en un mismo espacio de dos estilos de ver y recorrer el son montuno y su apuesta decidida por el trombón, lo que nos lleva explicar su nombre, lo que nunca está de más. O mejor, a que su director Joaquín Arteaga lo explique:
"Yo tenía pensado un nombre antes de este grupo y era Tambor-anga, porque yo soy percusionista y obviamente lo que me mueve a mí es el cuero, ¿no?, y el tambor. Pero a su vez, siempre hablando con Freddy (Ramos), teníamos muchísimas ganas de tener una banda con trombones, recordando esa salsa que se hacía en los años 60, en los años 70. Y cuando llegó Vladimir (Peña) aquí a Barcelona dijimos “bueno, ya tenemos el tipo, el trombonista para la cuestión, pa’ que controle la sección de trombones”. Y me vino Trombo... Tambo-ranga… Tromboranga”.
Con nombre propio, con trombones y con salsa, Tromboranga se ha convertido en una banda referencia en el universo de la música del Caribe. La banda se formó en una ciudad mediterránea, pero está conformada en su mayoría por emigrantes y eso le da una visión global de la música, lo que se nota en todas sus producciones. Su décimo álbum, Salsa con Golpe, no es la excepción: nueve canciones que van desde la salsa dura hasta el boogaloo; esto es del montuno al funk con letras de contenido social. ¡Cómo no tenerlas en el mundo en que vivimos!
Llaman poderosamente la atención tres temas de estos nueve. El primero es No Llegues Tarde, un tema que desde los primeros acordes recuerda a Eddie Palmieri, al Conjunto Libre y a la orquesta Azabache de San Francisco. En otras palabras a la fuerza incontenible que tiene la salsa, compleja en su concepción, pero más efectiva que ninguna a la hora de poner a la gente a bailar. Joaquín explica su letra diciendo: "Dos hermanos enfrentados, un menor que busca cómo sobrevivir, mientras su hermano mayor, policía, intenta ayudarlo y llevarlo por el buen camino". El segundo es Despechada, en cuya letra suena la frase "Dicen que andas por ahí hablando de tu flow, no me gustan esas cosas". Su autor lo explica así: "Somos sinceros, no nos gusta el reaggetón, ni el mensaje que lleva". Y que mejor para anteponerle a lo "plástico" que una buena salsa.
Y el tercero es un clásico, Fanía Funché, un son de Reinaldo Bolaños, quien alguna vez contó en La Hora Faniática la historia de la canción: "Era una señora que se llamaba Epifania y le decían Fanía, y un día cocinando se molestó con alguien y le tiró harina, y a la harina en aquel tiempo le decían Funché... Al que se la tiró le ardieron los ojos y empezó a decir dicharajos. Yo no lo escuché, pero le puse algunos de mi cosecha como 'berequetesí mandiaco, Fanía, berequetesí mandiaco'". En 1964 la canción la haría famosa Johnny Pacheco en el primer disco que grabó el sello Fania.
Bienvenida tu salsa Tromboranga, diez años no son nada; muchos más y felices años están por venir.
José Arteaga

Hay una conexión, invisible pero poderosa, entre el arte y el medio ambiente. Latinoamérica es una región donde, a través de la música, diversos artistas han expresado desde siempre su preocupación, amor y respeto por la naturaleza que nos rodea, cuidándonos e inspirando. Con ese objetivo el sello colombiano Grabaciones Tierranegra ha invitado a diferentes músicos del país a presentar una canción propia e inédita que hablara sobre todo esto. La convocatoria fue un éxito y de allí salieron 42 temas originales. 

‘Selva Alternativa’ es la primera entrega de este proyecto que se convertirá en una trilogía, cada una dedicada a un sonido en particular, en este caso de músicas electrónicas colombianas, y les seguirá una segunda tanda de ‘Canción, Folclor y Paisaje Sonoro’ y otra consagrada a la electrónica en términos más amplios. Este menú degustación inicial sabe fresco e inspirador y demuestra que el proyecto no se queda solo en las buenas intenciones, proponiendo un viaje en torno a la inabarcable gama de colores de una escena en continua mutación como la folktrónica. 

Hay chispazos de genialidad como el combo formado por el productor, cantante y compositor de Barranquilla Pernett, visionario que se adelantó al cruce de ritmos electrónicos con sonidos orgánicos inspirados en la naturaleza, junto a la orquesta con sede en Bogotá y ritmos afrobeat La BOA en el remix de Sereno de ‘La cumbia del cóndor’. También brillan con ‘Está serenando’ Julián Salazar, ex Bomba Estéreo y parte del dúo Mitú, una de las propuestas más excitantes de la música contemporánea colombiana, o con ‘Al Samaná’ el productor Dani Boom, pionero de la escena de clubes en Colombia como parte de Systema Solar y una carrera en solitario que le ha llevado a actuar en citas como el Sónar de Bogotá. ¡Lucha, conciencia y baile!

José Fajardo

"Vamos a cantarles Siembra de principio a fin, eso nunca se había hecho", advierte Rubén Blades al inicio de este álbum que celebra el 45 aniversario del álbum que cambió la historia de la salsa y hoy sigue siendo considerado como uno de los más influyentes de la música latinoamericana. Recordemos: el original Siembra se grabó en octubre de 1978 en Nueva York y salió publicado bajo el sello Fania con la producción de WAC, la firma del director de la orquesta, Willie Colón. En el año 2010 Código Music, que había comprado Fania, lanzó el disco Siembra Live, grabación inédita del concierto de marzo de 1980 en el Capitol Theater de Nueva Jersey.
Este nuevo disco también es en vivo. Es fruto del concierto de Rubén Blades acompañado por la Orquesta de Roberto Delgado en el Coliseo de Puerto Rico en mayo de 2022. Pero a pesar de los años hay un respeto profundo por la obra original, lo cual se entiende no sólo porque un cambio abrupto supondría un desconcierto entre las generaciones que han cantado sus letras por años, sino porque el Siembra original ya estaba lleno de variaciones y arreglos que el productor Colón, el ingeniero Jon Fausty y músicos como Luis Perico Ortiz hicieron de forma muy arriesgada hace 45 años.
Sin embargo, Sergio Santana, posiblemente el mayor conocedor de la obra de Blades junto a Alison Weinstock, advierte: "A pesar de que Rubén Blades aseguró en la presentación de su nuevo trabajo que los arreglos eran los mismos del disco de 1978, encontramos que estrictamente no es así: en Buscando Guayaba no aparece la parte de 'el guitarrista no vino...' y en su lugar hay un buen solo de piano. En Pedro Navaja, en la introducción, se escucha la trompeta de Perico Ortiz armonizando, que no figura en la original; esto da un sello particular a este nuevo arreglo. María Lionza comienza con una invitación a los venezolanos al regreso a su país con paz y libertad y en los soneos: 'saca a Maduro de Venezuela y dale a su pueblo la libertad'. En Siembra hay una breve invitación a enfrentar y derrotar la corrupción en nuestros países. Al igual que en Plástico se escuchan unos violines secuenciados, seguramente incorporados en el proceso de mezcla y overdubbing".
Las restantes canciones, Plástico, Ojos y Dime, mantienen el tono original, lo cual es muy de agradecer. Pero también se incluyen dos canciones que tienen una historia particular: la primera es Ligia Elena (del álbum de Colón y Blades de 1982, Canciones del Solar de los Aburridos), que hizo parte de los temas originales pensados para Siembra, pero como un merengue. Esta versión se conoció gracias a la reedición remasterizada de Siembra hecha por Emusica en 2008. Y la segunda es El Cazanguero (del álbum de 1974 El Bueno, El Malo y El Feo), que fue la primera canción que grabaron juntos Colón y Blades, cuando aún no sabían que la historia los encumbraría al pináculo de la fama.
Y vuelvo a citar a Santana: "En general es un buen trabajo, que raya la excelencia, ahí perdonan la exageración, con un buen sonido y que seguirá la senda de la grabación original e histórica. Merece comprarlo en CD o en vinilo y conservarlo como otra reliquia del inmenso Rubén Blades". Completamente de acuerdo.
José Arteaga

muchos descubrieron cuán importante es el baile en sus vidas. Es el caso de

Alex Anwandter, artista chileno que frisa los 40, a quien el cerrojo

existencial agarró en Nueva York, donde reside

actualmente. Esos meses de represión física y emocional desembocaron en el que

quizá sea el álbum más hedonista de su carrera y en un poderoso homenaje a

la cultura disco y el pop de los 80, con toda su brillantina, celebración del

espíritu queer y reivindicación de la pista de baile.

Chile de los 80 y 90, la identidad latina vista desde la migración hacia

Estados Unidos, el espacio que ocupan los que aún son considerados ‘diferentes’

por una sociedad que se resiste a arrancarse el manto pegajoso y anacrónico de

la homofobia y, especialmente, el tremendo poder liberador de la expresión

corporal desprejuiciada cuando estás gozando con la música son

algunos de los temas que resuenan entre estos ritmos perfectos y melodías

pegadizas.

Alex Anwandter fue un niño adelantado que empezó a

tocar el violín a los seis años y, desde entonces, no ha parado de crear, ya

sea desde la música -en solitario y junto a artistas como Gepe, inspirado en

leyendas pop como Michael Jackson o Robyn- o desde el arte visual. Con su nuevo

álbum, donde colaboran talentos contemporáneos como Buscabulla,

Javiera Mena, Julieta

Venegas o Christina Rosenvinge, se reivindica como uno de los

grandes autores de pop bailable en la actualidad.

José Fajardo

suena hoy Latinoamérica?

Coco

María hace una aproximación desprejuiciada, desbordante de buen

gusto, que plasma la riqueza y diversidad de los ritmos de la región -y su eco

en la diáspora- en este nuevo compilado con la marca ‘Club Coco’, continuación

de su exitoso lanzamiento con el mismo nombre de 2021. La DJ y curadora

mexicana, que ahora reside en Ámsterdam tras radiografiar el alcance de las

escenas latinas en Londres y Berlín, reúne con su exquisita mirada a un buen

puñado de propuestas de distintos países.

Los Pirañas, el combo formado en Bogotá hace un par de décadas por la santa

trinidad de la escena tropical alternativa, o lo que es lo mismo Pedro Ojeda, Mario Galeano

y Eblis Álvarez, con su psicodelia bailonga; también desde Colombia vienen Las

Mijas, dúo formado por La

Muchacha y Briela Ojeda, dos de las nuevas cantautoras más

talentosas del país, que apenas tienen aún un par de temas grabados, o Acid Coco,

Ginebra (Suiza).

La selección se completa con

nombres bien escogidos que aportan diversas sonoridades, desde las percusiones

afrolatinas hasta las cumbias psicodélicas, del rock tropical a los ritmos de

baile experimentales, en un panorama inabarcable como lo es el concepto de ‘música

latina’, con artistas de aquí, de allá y de otras periferias, todos ellos con

miradas libres, como Raz Olsher, Lola's Dice, Juan Hundred, Dip In the Dub,

Chúpame El Dedo, Candeleros, Iko Chérie, Ronald Snijders y Guess What, un

proyecto desde Francia hacia el que Coco María siente especial debilidad. La

DJ, quien ha colaborado en la ‘Worlwide FM’ de Gilles

Peterson, estará este verano de gira por países como Alemania,

Francia, Italia y Noruega.

José

Fajardo

El viaje es al revés. Colombia busca a Africa. Bueno, la viene buscando desde siempre, pero especialmente desde que existen los picós, esos gigantescos andamios de sonido cuyo nombre deriva del inglés Pick-up y cuyo volumen de sonido puede llegar lejos, muy lejos. Existen desde los años 50 en Barranquilla y Cartagena de Indias, y aunque durante años estuvieron asociados solamente a la salsa, su relación con los sonidos anglo y franco antillanos y con los ritmos del África central, los hicieron únicos y especiales.
Los picós son una especie de biosistema en el que intervienen arte gráfico, tecnología y sobre todo cultura de DJ, entendida como el arte de poner a bailar con discos que nadie más tiene y que no se escuchan en ninguna otra parte.
DJ Golfo de Guinea (Joan Pujol) no es un picotero, pero si un especialista en música africana con una cualidad que lo hace único: es capaz de rastrear sonidos, no solamente discos imposibles de conseguir. Por eso en Rocafort Records le encargaron hacer una recopilación de música africana y él cuenta que "lo primero que pensé fue en seleccionar los temas desde un prisma picotero". ¡Vaya tarea! No toda la música centroafricana suena en los picós y desde luego, hay canciones de canciones, esas que tiene magia. 
Por eso se apoyó en Don Alirio. No hay nadie que conozca mejor el mundo picotero por dentro y por fuera como este coleccionista, DJ y productor barranquillero. El le dio los Imputs necesarios para la búsqueda de santos griales. Y su partenaire en la búsqueda fue George Ouma, productor, DJ, coleccionista y un gran divulgador de la música benga.
Piconema, título que hace referencia al nombre con el que se conoce una canción africana en el mundo picotero, es una selección maravillosa, posiblemente la mejor hecha hasta ahora desde el punto de vista africano. Diez canciones, diez bandas, diez momentos mágicos, de los cuales tres te los presentamos aquí en Gladys Palmera: 
Sophia, de The Maroon Commandos Band, "uno de esos éxitos que no tienen dueño, de los que ningún mortal picotero puede decir que es de su propiedad en tiempos de exclusividad". Ateka, de Issa Juma & Les Wanyika Stars, "una de las joyas promovidas e impulsadas por El Gran Freddy, la mina musical de Barranquilla de Álvaro El Caimán Rodríguez y El Parrandero de Cartagena, propiedad de Alberto El Manco Vega, del barrio Chino. Y Safari, de Viva Makale, "uno de los hits africanos más sonados en Barranquilla, tanto que ha sido considerado un himno".
Esto no es sólo para escuchar. Esto es para poner, bailar y volver a poner.

El álbum lo puedes adquirir AQUÍ.

“Vais a

ver cómo una persona salva un bolo”. Para cuando lo dice, Ben Yart lleva un

buen rato autosaboteando su concierto este pasado fin de semana en el BBK Live

de Bilbao. Interrumpiendo las canciones en directo, abroncando a su banda,

desapareciendo del escenario, acusando a la organización de haberle “quitado el

autotune”, exigiendo que bajen el precio de la cerveza para que, así, el

público ebrio no sea capaz de juzgarle. Pero la realidad es que, lo que estaba

sucediendo en el escenario, no era otra cosa que el nacimiento de una nueva

estrella.

El Kurt

Cobain de la nueva escena urbana en español, el hermano pequeño y navarro de

Cecilio G, un personaje de David Lynch o un cometa que aterrizó desde la Luna

en la rave más chunga del lugar. Difícil ubicar a un personaje tan excesivo,

quien cuando logró en su concierto en Bilbao conectar, soltó auténticos

chispazos de genialidad, con un carisma tremendo, puro magnetismo.
 
Ben Yart

es parte del colectivo Chill Mafia, ha colaborado con el entorno de La

Vendición Records y ‘Ceros’ es su álbum de debut, una carta de presentación

ambiciosa, que brilla por una producción original que va del trap más cortante

a la electrónica experimental y el hip hop, y por unas letras que radiografían

el lado más hedonista y crudo de la juventud, que hablan de ‘mañaneos’,

trapicheos, vicios y destellos de inspirada locura. Sólo él sabe por donde

discurrirá a partir de ahora su camino, con estas canciones ya ha sembrado el

campo para brillar con el fulgor deslumbrante de un volcán cuando estalla.

José

Fajardo