intenta definir quién es, Nickodemus suele decir que se trata de “un conector”

de personas, sonidos, escenas y hasta de estímulos sensoriales. Es lo que lleva

haciendo desde mediados de los 90 este DJ y productor nacido en 1980 en Nueva

York, que pronto se convirtió en un referente de la entonces mal llamada escena

de la world music

-hoy al fin se está desterrando ese término con connotaciones imperialistas,

que sitúa la otredad en la música que no es de Europa o Norteamérica.

El caso es

que Nickodemus ha ido adaptándose a los cambios en el circuito de la

electrónica global, de las fiestas en la Ibiza más salvaje a las grandes

discotecas comerciales, de los clubes en Beirut a las rumbas callejeras en

Latinoamérica. El rasgo que aún hoy le diferencia es esa idea de conexión,

siempre abierto a trabajar con artistas de lo más diversos. Prueba de ello es

este álbum que ha bautizado como “el más colaborativo de su carrera”, todo un

crisol de los sonidos que hoy hacen bailar al planeta.

Del embriagador

flamenco junto al cantaor y saxofonista español Antonio Lizana en ‘La Noche’ al

funk sexy y contagioso con el vocalista camerunés Pat Kalla, el bajo de

Jonathan Maron, Jungle Fire a los cuernos y Gitkin a la guitarra en ‘Mama

Tchipp (Follow Me)’. A partir de ahí desfilan talentos de diversas

latitudes, conectando Nueva York con América Latina, y de ahí a Europa y

África, como The Illustrious Blacks, Haydee Soul, Candela All Stars, Indigo

Prodigy, Barzo, Jungle Fire Horns… Una bendita locura.

José

Fajardo